“No puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia”, ha dicho este martes el sumo pontífice en el Palacio del Gobierno chileno, en Santiago, capital del país suramericano.
En este contexto, ha pedido perdón por la lacra que ha manchado la imagen del catolicismo y ha ofrecido su apoyo, “con todas las fuerzas, a las víctimas”, al mismo tiempo que ha insistido en la necesidad de que se realicen esfuerzos para que ese tipo de actos no se vuelvan a repetir.
Asimismo, el papa Francisco ha pedido que se escuche a los parados, a los pueblos originarios, a los inmigrantes, a los jóvenes, a los ancianos y a los niños, “que se asoman al mundo con sus ojos llenos de asombro e inocencia y esperan de nosotros respuestas reales para un futuro de dignidad”.
No puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia”, ha dicho la máxima autoridad de la Iglesia católica, el papa Francisco.
La llegada del papa a Chile ha reavivado el escándalo de los curas pederastas después de que la ONG Bishop Accountability haya publicado esta semana un listado con 80 sacerdotes, clérigos y una monja, acusados de abusos sexuales a menores de edad en el país suramericano.
A este respecto, desde hace meses se pide, desde la ciudad de Osorno, en el sur de Chile, la destitución del obispo chileno Juan Barros —nombrado por el papa argentino—, por sus vinculaciones con el encubrimiento de abusos sexuales del sacerdote Karadima.
De ahí que, además de las protestas de los chilenos hartos de los abusos sexuales perpetrados por los clérigos, seis iglesias hayan sido atacadas recientemente. De igual modo, el propio sumo pontífice ha sido objeto de amenazas, una de las cuales decía que la próxima bomba estallaría en su sotana.
aaf/anz/tmv/rba