El presidente estadounidense, Donald Trump, firmó el jueves la orden que impone aranceles del 25 % a las importaciones de acero y del 10 % a las de aluminio, una medida considerada por muchos como preludio de una guerra comercial contra Europa y China. De esta medida eximió a Canadá y México y ofreció la posibilidad de excluir a otros aliados, dando marcha atrás desde una postura previa “sin excepciones”.
Malmström, quien coordina la política comercial del bloque, ha respondido este viernes asegurando que recurrirá a la Organización Mundial del Comercio (OMC), el árbitro internacional del comercio, para imponer sus propias medidas en un plazo de 90 días, si Washington sigue adelante, y ha insistido en que la Unión Europea (UE) espera también ser excluida de la medida estadounidense.
“Hemos sido muy claros respecto a que (la decisión de Estados Unidos) no cumple con la OMC, por lo que acudiremos a la OMC, posiblemente con otros amigos. Tendremos que proteger nuestra industria con medidas de reequilibrio, salvaguardas”, ha declarado Malmström a los periodistas desde Bruselas.
Europa no es desde luego una amenaza para la seguridad interna de Estados Unidos, por lo que esperamos ser excluidos”, ha declarado la comisaria de Comercio de la UE, Cecilia Malmström, en alusión a los aranceles recién impuestos por Washington a las importaciones de acero y a las de aluminio.
La comisaria, aunque ha dicho comprender las preocupaciones de EE.UU. sobre el exceso de capacidad en el sector siderúrgico,ha aseverado que no cree que los aranceles sean una forma de resolver el problema. “Europa no es desde luego una amenaza para la seguridad interna de Estados Unidos, por lo que esperamos ser excluidos”, ha enfatizado.
Previamente, asociaciones de la industria europea pidieron a Malmström que respondiera si la UE era sometida a los aranceles, diciendo que afectarían duramente al sector del acero y el aluminio. La pérdida de exportaciones a EE.UU., junto con un esperado aumento masivo de importaciones en la UE, podría costar decenas de miles de empleos en la industria siderúrgica de la UE y los sectores relacionados, insistieron.
Desde que el mandatario republicano anunciara que se planteaba imponer impuestos a importaciones de productos extranjeros, los europeos le sugirieron que desistiera y cambiara de parecer advirtiéndole que en caso contrario, a Bruselas no le temblaría el pulso para aplicar medidas reciprocas al respecto.
Para compensar ese perjuicio, la UE, que exporta cada año unos 5300 millones de euros de acero y 1100 millones de aluminio, preparó una “lista provisional” de productos estadounidenses a gravar.
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