Los renombrados forenses Michael Baden y Allecia Wilson realizaron una autopsia independiente a pedido de la familia de Floyd, y han descubierto que la causa de muerte de su muerte fue “homicidio causado por asfixia” debido a una presión en el cuello y la espalda que produjo una falta de riego de sangre al cerebro.
Baden y Wilson determinaron que “el peso en la espalda, las esposas y la posición (en la que se retuvo a Floyd) fueron factores que contribuyeron (a su muerte), ya que éstos dañaron la capacidad de funcionamiento del diafragma de Floyd”, informaron los familiares de la víctima en un comunicado.
Con toda esta evidencia, los doctores sostienen que Floyd, de 46 años, “murió en la misma escena donde fue retenido”, un argumento negado en la primera versión de las autoridades policiales, quienes sostenían que la víctima falleció minutos después en el hospital.
Luego en una rueda de prensa, el doctor Baden ha certificado que el fallecido no tenía afecciones médicas subyacentes que contribuyeran a su muerte como sostiene la autopsia realizada por el forense del condado de Hennepin que afirmaba que Floyd “presentaba condiciones médicas previas, incluyendo una enfermedad de la arteria coronaria e hipertensión arterial”.
Este informe fue recibido con incredulidad y estupefacción, además de enfado que terminó por incendiar aún más las protestas.
La muerte de Floyd a manos del policía Derek Chauvin, el pasado 25 de mayo en Mineápolis, ha desatado manifestaciones en diversas ciudades para denunciar la violencia policial contra las minorías, especialmente los afroamericanos.
También, varios países y organizaciones internacionales han mostrado su rechazo al asesinato de Floyd y han exigido a la Casa Blanca que frene los homicidios de personas de color a manos de agentes policiales.
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