El diario estadounidense The Washington Post abordó en un informe publicado este sábado la oferta que hizo una compañía de equipos médicos, situada en el estado de Texas, al Gobierno de Donald Trump, para producir mascarillas de protección, cuando recién se detectaban los primeros casos del nuevo coronavirus, causante de la enfermedad COVID-19, en el país norteamericano.
De acuerdo con el informe, el 22 de enero, un día después de que se reportara el primer caso de COVID-19 en Estados Unidos, Michael Bowen, el director de la compañía Prestige Ameritech, informó a la Administración Trump que había recibido órdenes de mascarillas desde varios países.
En su comunicación con las autoridades estadounidenses, Bowen dijo que podría aumentar la producción para hacer 1,7 millones de mascarillas faciales por semana y, advirtiendo de que la reducción de la producción de estos cubrebocas por parte de las empresas nacionales constituía una amenaza para la seguridad nacional, manifestó su disposición para entregar al gobierno federal los primeros lotes de producción.
“Todavía tenemos cuatro líneas de fabricación N95 como nuevas”, escribió vía correo electrónico Bowen ese día a las principales autoridades del Departamento de Salud y Servicios Humanos.
Sin embargo, las comunicaciones de Bowen durante varios días con altos funcionarios estadounidenses, incluido Robert Kadlec, secretario asistente de preparación y respuesta de emergencia, dejaron al empresario con la clara impresión de que había poco interés en su oferta.
Pero, Bowen persistió en su oferta, indicando que su compañía era la última gran fábrica nacional de mascarillas en el país norteamericano.
“Mis teléfonos están sonando ahora, así que no necesito asuntos gubernamentales. Solo le estoy haciendo saber que puedo ayudarlo a preservar nuestra infraestructura si las cosas se ponen realmente mal. Primero soy un patriota, segundo, hombre de negocios”, dijo Bowen.
El informe indica que, al final, el Gobierno estadounidense no aceptó la oferta de Bowen. Incluso hoy, las líneas de producción que podrían estar haciendo más de 7 millones de mascarillas al mes permanecen inactivas.
Este informe del diario estadounidense se suma a los cuestionamientos que enfrenta el presidente Trump por su inacción ante la rápida propagación del nuevo coronavirus en el país, que ha registrado una notoria escasez de equipo médico y de protección personal.
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