Washington ve amenazados sus intereses tras la adquisición de los avanzados sistemas rusos S-400 por Ankara, el país al que consideraba un antiguo aliado suyo, pero, ha elegido a su rival Moscú y así podría asumir posiciones antagónicas a las del Occidente en ciertos temas internacionales.
Además, Turquía tiene el segundo Ejército más grande de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), liderado por EE.UU., pero se equipará con el principal rival de esta alianza militar fundada en 1949 precisamente para confrontar a la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
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Considerando el hecho de que muchos otros países de la región de Oriente Medio abogan por comprar los S-400 rusos, hay temores a que Washington pierda su hegemonía y control sobre la zona y mientras Moscú obtenga un mejor posicionamiento.
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Por otra parte, los técnicos rusos que arriban a Turquía para el entrenamiento y la calibración de los S-400, puedan obtener todo tipo de información sobre los cazas furtivos de quinta generación de EE.UU. F-35, que Ankara no solo planea adquirirlos sino también fabrica 937 de sus piezas de repuesto para la empresa fabricante Lockheed Martin.
Este privilegio para Moscú, junto a ganar el mercado de los sistemas estadounidenses de defensa aérea Patriot, costaría caro para la Casa Blanca en medio de duras tensiones con el Kremlin por temas internacionales.
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