Los líderes del Ejército estadounidense creen que la próxima guerra se librará en megaciudades, pero tal hipótesis se ha embarcado en un ambicioso esfuerzo para preparar a la mayoría de sus brigadas de combate para luchar, no solo dentro, sino debajo de ellas, dado que tienen kilómetros de túneles subterráneos.
Por tanto, el Ejército de EE.UU. considera que su próxima guerra, que puede ser contra “competidores similares” como Rusia, China o Corea del Norte, probablemente implique una gran cantidad de enfrentamientos subterráneos, informó el domingo el portal estadounidense Military.com.
Ante tal hipótesis, a fines del año pasado, el Departamento de Defensa de Estados Unidos (Pentágono) lanzó un plan acelerado que canaliza alrededor de 572 millones de dólares de su presupuesto militar para entrenar y equipar a 26 de sus 31 brigadas de combate activas para luchar en instalaciones subterráneas de gran escala que existen bajo densas áreas urbanas en todo el mundo.
Mientras tanto, muchos de los Ejércitos más poderosos del mundo tienen vastas instalaciones subterráneas construidas para albergar unidades de comando, fuerzas de blindaje contra ataques nucleares o convencionales, y para lanzar desprevenidos ataques a las fuerzas sobre el suelo.
Una evaluación el año pasado estima que hay alrededor de 10 000 instalaciones militares subterráneas de gran escala en todo el mundo que están destinadas a servir como ciudades subterráneas, indicó a Military.com una fuente del Ejército estadounidense, que no está autorizada a hablar con la prensa.
Según el informe, la creciente probabilidad de un conflicto con Corea del Norte en los últimos meses de 2017 llevó al Ejército de EE.UU. a tomar la cuestión más en serio.
En abril pasado la página web Quartz reportó que según una estimación los norcoreanos tienen 5000 de estas instalaciones subterráneas y aseveró que dado que las tensiones están aumentando entre EE.UU. y Corea del Norte, los soldados estadounidenses se están entrenando para luchar en estos túneles, considerados como una ventaja táctica única que tiene Pyongyang dentro de sus fronteras.
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