Conforme ha informado este miércoles la Casa Blanca, Trump y Macron, en una conversación telefónica sostenida la misma jornada, coincidieron en que Rusia debe pagar por su presunta vinculación con el envenenamiento del doble espía Skripal y su hija con un agente nervioso, ocurrido el pasado 4 de marzo en Salisbury, en el sur del Reino Unido.
“Los presidentes reiteraron su solidaridad con el Reino Unido a raíz del uso de armas químicas de Rusia contra ciudadanos en suelo británico y acordaron la necesidad de tomar medidas para hacer que Rusia sea responsable”, reza el comunicado de la Casa Blanca.
La nota, sin embargo, no detalla las “medidas” que podrían adoptar Washington y París para “castigar” al Gobierno ruso, presidido por Vladimir Putin. Por su parte, Moscú ha reclamado en reiteradas ocasiones que Londres no ha presentado hasta el momento ninguna prueba creíble de la implicación del país euroasiático en dicho asunto.
Este anuncio ya se veía venir, puesto que el mandatario galo había recalcado días antes de que el ataque no podía quedar “sin respuesta”, según recoge la agencia británica de noticias Reuters.
Los presidentes (de EE.UU., Donald Trump, y de Francia, Emmanuel Macron) reiteraron su solidaridad con Reino Unido a raíz del uso de armas químicas de Rusia contra ciudadanos en suelo británico y acordaron la necesidad de tomar medidas para hacer que Rusia sea responsable”, reza el comunicado de la Casa Blanca.
La Casa Blanca emite este comunicado el mismo día en el que el director del Departamento de Control de Armas y No Proliferación de la Cancillería rusa, Vladimir Yermakov, ha declarado que el Gobierno británico podría estar implicado “directa o indirectamente” en el ataque con gas nervioso.
“La lógica sugiere que solo hay dos temas posibles (…) O las autoridades británicas no fueron capaces de dar protección frente a un, digamos, ataque terrorista en su suelo o, directa o indirectamente, no estoy acusando a nadie, orquestaron un ataque contra una persona rusa”, ha planteado Yermakov.
Las tensiones entre Moscú y Londres por el caso Skripal han escalado después de que la primera ministra británica, Theresa May, expulsara a 23 diplomáticos rusos del Reino Unido y suspendiera los contactos bilaterales con Moscú.
En una medida recíproca, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia declaró el sábado personas no grata a 23 diplomáticos de la embajada del Reino Unido en Moscú (la capital rusa).
El Gobierno de Moscú rechaza rotundamente las acusaciones que lo vinculan con el ataque al exespía y considera “tontería” pensar que las autoridades rusas hubieran podido lanzar una operación para envenenar al Skripal en territorio británico, arriesgándose a crear una crisis diplomática justo antes de elecciones presidenciales del pasado 18 de marzo.
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