Los fotógrafos se precipitan para tomar instantáneas del líder norcoreano, Kim Jong-un, mientras realiza un tour nocturno por Singapur antes de comenzar la cumbre, a las nueve de la mañana hora local. Un difícil encuentro que pretende alejar la sombra de una guerra nuclear.
El encuentro será, en efecto, difícil, ya que Estados Unidos no ablanda el tono y, pese a las muestras de buena voluntad de Corea del Norte, asegura seguir presionando a Pyongyang para lograr todas y cada una de sus demandas.
No obstante, no todo es optimismo. Es interesante que el exjugador estadounidense de baloncesto, Dennis Rodman, conocido por su cercanía y amistad con el Gobierno norcoreano, y quien también ha viajado a Singapur para estar presente, haya asegurado que no hay que esperar mucho de este encuentro.
El motivo es la actitud reciente de Washington hacia pactos globales. En casi un año y medio de Gobierno, el presidente de EE.UU., Donald Trump, ha dado la espalda al acuerdo climático de París, firmado por más de 190 países, al acuerdo nuclear de Irán, que fue ratificado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y a casi todos los acuerdos comerciales internacionales de Estados Unidos, creando un clima de desconfianza en torno a sí mismo.
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