De origen sencillo, Mistral abrió la mirada al mundo para contar la historia de su pueblo y el de otros que en esos años se enfrentaban en franca resistencia contra el imperialismo norteamericano.
Desde la simpleza de estas calles, que en su infancia eran de tierra y moldeaban el paisaje rural de Montegrande, al interior del Valle del Elqui, Lucila Godoy Alcayaga se convirtió en Gabriela Mistral, la mujer que dedicó su vida a la educación, colaboró con la Revolución Mexicana y mostró un profundo sentido antiimperialista.
Entre 1927 y 1933, el nicaragüense Augusto César Sandino se enfrentó a la presencia estadounidense en esa nación centroamericana. Contra esa intervención, la chilena Gabriela Mistral escribió su protesta y también su solidaridad con el que denominó “ese pequeño ejército loco de voluntad y sacrificio”.
Este sentimiento contra la presencia de Washington en la pequeña nación de Nicaragua, también quedó retratada con tinta y papel en la historia de Gabriela.
“Con ideas adelantadas a su época, Gabriela Mistral se convirtió, por su trabajo poético, en la primera mujer iberoamericana y la segunda persona latinoamericana en conseguir el Premio Nobel de Literatura en el año 1945, hace 80 años.
Con Sandino nos sentimos uno, de punta a cabo del Continente”, diría Mistral. También subrayó el error de las autoridades norteamericanas que perseguían al revolucionario nicaragüense, porque en vez de cazar al hombre lo que hacían era unir a los pueblos desde el Río Bravo a Tierra del Fuego. Sus palabras resuenan hasta el día de hoy.
Beatriz Michell, Chile
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