El canal 13 de la televisión israelí informó el jueves por la noche que, aunque la aerolínea El Al aún no ha emitido la licitación para el próximo viaje del primer ministro, Benjamín Netanyahu (Bibi), que está previsto que se realice en unos 10 días, los pilotos y copilotos veteranos de la flota de aviones Boeing 777 han acordado, de manera implícita, no pilotar el vuelo del premier y su esposa.
Según el informe, los “pilotos veteranos y experimentados en El Al, la mayoría de los cuales son pilotos veteranos de la Fuerza Aérea de Israel”, acordaron no ofrecerse como voluntarios para tripular el vuelo a Nueva York, a donde el primer ministro ultraderechista busca viajar para asistir a la próxima sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
La negativa se suma a la decisión de miles de reservistas de distintas ramas de las fuerzas armadas de Israel de rebelarse contra el gabinete extremista de Netanyahu por la polémica reforma judicial, considerada por los críticos como un golpe al sistema judicial.
En protesta a la impopular reforma judicial, más de 10 000 reservistas, entre ellos muchos pilotos de la Fuerza Aérea, anunciaron que ya no prestarán servicio, que con frecuencia realizan de forma voluntaria.
Según el canal 13, no es la primera vez que los pilotos de la flota de aviones Boeing 777 de El AI se niegan a realizar vuelos privados para el primer ministro. Ellos habían boicoteado en febrero y marzo pasados las licitaciones para el viaje de Netanyahu a París y Roma, respectivamente.
En las dos ocasiones anteriores, los directivos de El Al tuvieron que pilotar el avión, pero esta vez la situación es más complicada porque “a diferencia de los vuelos a Europa, que también se pueden hacer con aviones pequeños, un vuelo directo a Estados Unidos requiere un avión grande y tres pilotos [expertos]”.
Cientos de miles de israelíes toman las calles cada sábado en varias ciudades en los territorios ocupados por 35 semana consecutiva de protestas en contra de la reforma judicial de Netanyahu.
La crisis también ha abierto una profunda brecha en la sociedad israelí, mientras que el escenario de descontento social ha golpeado duramente la economía, llevado al régimen al borde de una guerra civil.
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