Alberto García Watson, experto internacional, en entrevista concedida este sábado a HispanTV, consideró que en esta ocasión se espera una respuesta de la nación persa “en coordinación con el Eje de la Resistencia”, en represalia a la última agresión de Israel a bases militares iraníes, el 26 de octubre pasado.
El analista ha subrayado que Israel, caballo de Troya de los Estados Unidos en Asia Occidental, podría caer y podría hacerlo de una forma muy amarga, al recibir la respuesta de Irán y el Eje de Resistencia por sus continuas agresiones.
El experto ha mencionado asimismo el reciente encuentro del Líder de la Revolución Islámica de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, con estudiantes, donde trascendió que “la Revolución Islámica de 1979 cortó por lo sano las humillaciones y abusos (contra Irán) por parte de Occidente”.
Verdadera promesa II fue solamente un pequeño ejemplo de la capacidad defensiva de Irán, y la nación persa junto al Eje de Resistencia pueden coordinadamente mostrar al régimen sionista y a los Estados Unidos que no tienen el poder que ellos creen, que todo es pura propaganda, agregó García Watson.
El 1 de octubre, la República Islámica lanzó 200 misiles hacia bases militares y de inteligencia israelíes en todos los territorios ocupados como parte de la operación Verdadera Promesa II en respuesta a más atrocidades letales cometidas por el régimen de Israel contra el país y otras naciones de la región.
El ejército israelí llevó a cabo el sábado pasado 26 de octubre ataques aéreos contra varias posiciones militares del país en las provincias de Teherán (norte), Juzestán (suroeste) e Ilam (oeste). El sistema integrado de Defensa Aérea logró interceptar y contrarrestar exitosamente el ataque, pero el acto agresivo causó daños limitados en algunas áreas, incluidos varios sistemas de radares, y también se cobró la vida de cuatro miembros del Ejército.
Teherán ha denunciado que la agresión israelí violó la soberanía iraní, por tanto, tiene derecho inminente a la legítima defensa, tal como consagra el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas.
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