• Análisis Global - Revelación latinoamericana frente a Estados Unidos
jueves, 27 de abril de 2017 4:38

¿Cuál será la suerte de un imperio cuando los países que desde siempre había considerado como colonias vasallas o ‘patios traseros’ no están dispuestos a seguir aceptando sus arrogantes imposiciones?

La particular arrogancia e ínfula supremacistas que define a las hienas imperiales, y el menosprecio por la realidad política de la región, ha conllevado al Gobierno estadounidense a cometer grandes errores.

La orden ejecutiva del expresidente estadounidense Barack Obama que señala a Venezuela de “amenaza inusual y extraordinaria para la Seguridad Nacional y la Política Exterior de Estados Unidos” provocó una reacción contraria en todos los espacios multilaterales que desde siempre han creído dominar.

La solidaridad mundial se manifestó. Además de la digna posición de los organismos regionales como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), la Unión de Naciones del Sur (Unasur), la Alternativa Bolivariana para Nuestra América (ALBA) y el Movimiento de países No Alineados (MNA) que reúne a más de 120 Estados miembros de Naciones Unidas, Rusia, China, Irán y otros países no tardaron en manifestar su más categórico rechazo a la medida de Obama, que lejos del “tecnicismo” que algunos argumentan, ha sido utilizada en el pasado para justificar las intervenciones militares en muchos países.

Estados Unidos ha buscado “torcer el brazo” al Gobierno bolivariano de Nicolás Maduro porque simplemente este no ha querido doblegarse a los intereses de sus monopolios financieros y transnacionales petroleras. Pero también pretende intimidar a todos los países de la región que deciden seguir el ejemplo soberano de Venezuela.

Con la orden ejecutiva, el Gobierno de Estados Unidos intentó aislar a Venezuela para justificar la escalada de agresiones y finalmente derrocar al Gobierno revolucionario, pero fracasaron.

Los recurrentes fracasos de los planes para desestabilizar Venezuela por medios indirectos han llevado al imperialismo a cambiar de estrategia muchas veces.

Cabe recordar que la subsecretaria de Estado de EE.UU. para Latinoamérica, Roberta Jacobson, durante una conferencia en el centro de estudios Brookings para abordar los temas de la pasada Cumbre de las Américas, confesó estar “decepcionada” por la reacción de los países latinoamericanos a las sanciones y decretos injerencistas adoptados por Washington contra Venezuela.

En aquella Cumbre de las Américas todos los países de América Latina exigieron en bloque la eliminación de la Orden Ejecutiva contra Venezuela. También ha pretendido hacer uso de la Organización de los Estados Americanos (OEA), por medio de los servicios prestados por el actual secretario general de ese organismo, Luis Almagro, pero que tampoco ha tenido éxito.

La diplomacia revolucionaria venezolana, antimperialista, de principios, y sin eufemismos, inaugurada por el Gobierno Bolivariano del gigante comandante Hugo Chávez, y mantenida en alto por el presidente obrero, Nicolás Maduro Moros, ha demostrado ser victoriosa ante la agresión imperial. Las nuevas organizaciones regionales de integración fundadas al calor de los procesos políticos de cambios anti neoliberales: la Unasur, Celac y ALBA se constituyeron como las mejores murallas para los pueblos de la región.

La región ha tomado conciencia de su papel histórico. El Libertador Simón Bolívar dice que “en la Unión está la fuerza”.

Obama quiso torcer el brazo a Venezuela y la región, pero la región terminó por torcerle el brazo al imperialismo estadounidense.

Un imperio al que cada día menos países obedecen; cuya hegemonía se ha venido debilitando en la región que históricamente consideró como su “patio trasero”, pero también en todo el mundo. Un imperio desplazado como primera potencia económica y comercial por China ¿Puede seguir considerándose como tal?

América latina y el Caribe han desvelado los pies de barro de una otrora potencia hegemónica cada vez más aislada solitaria.

kmd/ncl/hnb

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