• Una lanzadera rusa del misil balístico intercontinental Yars, capaz de portar ojivas nucleares.
Publicada: jueves, 15 de diciembre de 2016 11:08
Actualizada: jueves, 15 de diciembre de 2016 12:36

El 99 % de las lanzaderas de misiles intercontinentales de las Fuerzas de Misiles Estratégicos de Rusia está listo para entrar en combate.

“Actualmente las Fuerzas de Misiles Estratégicos cuentan con unos 400 misiles balísticos intercontinentales (ICBM, en inglés) con ojivas nucleares de diversas potencias”, ha afirmado este jueves el jefe de las mencionadas fuerzas, el coronel general Serguei Karakayev, a la agencia rusa TASS.

El militar ha precisado que proporcionalmente, dichas fuerzas concentran más del 60 % de las cargas y portadores de la triada nuclear de Rusia.

Actualmente las Fuerzas de Misiles Estratégicos cuentan con unos 400 misiles balísticos intercontinentales con ojivas nucleares de diversas potencias”, ha afirmado este jueves el jefe de las mencionadas fuerzas, el coronel general Serguei Karakayev.

El programa estatal de armamento de Rusia hasta 2020 contempla una renovación cualitativa y el aumento considerable de la proporción de los sistemas de misiles modernos en las Fuerzas de Misiles Estratégicos.

“En 2017 tenemos previsto realizar más de 10 lanzamientos para seguir perfeccionando los misiles y también efectuaremos lanzamientos durante maniobras”, ha declarado Karakayev.

 

Karakayev ha explicado que entre estas armas figura el misil balístico intercontinental Yars, capaz de evitar defensas antimisiles con base espacial. Recientemente, el cuerpo que dirige el coronel ha informado que la Defensa rusa incorporará en breve el cohete RS-24 Yars a una unidad misilística en el oeste de Rusia.

En este sentido, el funcionario castrense ha detallado que el misil del sistema Yars cuenta con algoritmos de maniobras de trayectoria destinados a superar los interceptores basados en el espacio.

El motivo por el que Rusia tiene preparada sus lanzaderas de misiles, es porque se encuentra en medio de la escalada de tensiones entre Moscú y el Occidente, en particular EE.UU., a raíz de la crisis ucraniana, así como sus discrepancias sobre el conflicto de Siria, las cuales acabaron con la terminación de las cooperaciones en Siria y la subsiguiente suspensión del acuerdo de cooperación en investigaciones nucleares EE.UU.-Rusia.

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