Israel y sus aliados han tratado de achacarle a Irán este atentado perpetrado el 18 de julio de 1994. En el atentado, 85 judíos argentinos perdieron la vida y más de 200 personas resultaron heridas.
Después de lo ocurrido, Argentina responsabilizó a Irán a raíz de un falso testimonio dado por un ciudadano iraní disidente, quien señaló a altos funcionarios iraníes como los autores intelectuales del incidente. Posteriormente, se evidenció que el testimonio era falso. Durante las investigaciones, resultó que el juez Galliano había sido sobornado a fin de que aceptara falsos testimonios en contra de Irán en los tribunales.
Él fue juzgado por el Tribunal Superior de Argentina y se le retiró su judicatura. En el caso de los sobornos, a un concesionario de coches robados se le pagaron 400 000 dólares para que declarase que le había vendido una camioneta a un miembro de Hezbolá.
En enero de 2013, Irán y Argentina acordaron la creación de una comisión de la verdad, compuesta por cinco jueces independientes; sin embargo, debido a las presiones ejercidas por Estados Unidos e Israel, la investigación quedó inconclusa.
En 2014, en una entrevista concedida a una agencia de noticias israelí, Isaac Aviran, embajador israelí en Argentina en el momento en el que se produjo el atentado a la AMIA, afirmó que la mayoría de los sospechosos del atentado habían sido asesinados por agentes del Mossad.
Muchos creen que el atentado a la AMIA se debió a un conflicto interno entre los sionistas, que querían advertir a Isaac Rabin de que ni siquiera se le pasara por la mente negociar con los palestinos. Rabin fue asesinado más tarde, en 1995, por un agente del Mossad.
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