Publicada: sábado, 10 de febrero de 2024 4:46
Actualizada: sábado, 10 de febrero de 2024 10:17

Hace 4 meses, el 7 de octubre de 2023, se produjo la operación militar especial de HAMAS, grupo político armado legal, contra los asentamientos ocupados por el estado de Israel y producto de más de 75 años de genocidio con más de 200 000 víctimas inocentes.

Por: Carlos Santa María

Hace 4 meses, el 7 de octubre de 2023, se produjo la operación militar especial de HAMAS, grupo político armado legal, contra los asentamientos ocupados por el estado de Israel y producto de más de 75 años de genocidio con más de 200 000 víctimas inocentes.

Esta acción fue respondida por el gobierno sionista de Estados Unidos a través del permiso dado al gobierno de Benjamín Netanyahu para destruir la Franja de Gaza, aniquilar a su población, desplazarlos, torturarlos, dejarlos sin comida ni salud, ocasionando hasta hoy en ese periodo de tiempo 27 000 personas asesinadas, entre ellos 13 000 niños y 9 000 mujeres, 10 700 desaparecidos bajo los escombros bombardeados con un fuego cinco veces superior a las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki lanzadas por Washington sobre Japón.

En este momento, el genocidio continúa implacable destruyendo un promedio de 180 vidas diarias con un porcentaje de bebés, recién nacidos, madres embarazadas, niños y mujeres cercano al 80 %, convirtiendo a ese territorio en el campo de concentración más grande del mundo y más espantoso que el nazismo mismo, pese a miles de marchas clamando por el fin de este crimen de lesa humanidad y cientos de declaraciones denunciando al sionismo como la ideología del exterminio total de un pueblo.

Ante ello, se han presentado las siguientes alternativas:

Primera, la continuación de la defensa heroica de Gaza por HAMAS y la Resistencia Islámica, sin transar un ápice la dignidad palestina, la fortaleza de Hezbolá, las acciones de la Resistencia en Irak y Siria como países con ocupación estadounidense y la férrea actividad de guerra santa con Yemen, un país empobrecido por una coalición árabe-occidental, todos demostrando soberanía y altivez.

Segunda, el mensaje de Irán a todo el mundo islámico y los países multipolares para que ejerzan un verdadero poder con el fin de detener esta masacre, utilizando su diplomacia, rompiendo relaciones o suspendiendo convenios, organizando boicots, etc., lo que obligue al gobierno de Joe Biden a ordenar a la plana mayor sionista suspender su aniquilación y retirarse de todos los espacios ilegalmente sustraídos.

Tercera, la manifestación del planeta a través de marchas apoyando a los palestinos, declaraciones populares y de gobiernos cuestionando a Netanyahu y la complicidad de EE.UU., junto a denuncias de numerosas organizaciones de derechos humanos exponiendo la macabra tarea de destrozo de la niñez y sus madres para impedir la procreación de una nación.

Cuarta, los llamados a una “comunidad internacional” inexistente, las reuniones de la ONU, las lamentaciones del secretario general, la Corte Internacional de Justicia cuyas medidas de prevenir el genocidio y no finalizar el conflicto fueron desatendidas, las nulas medidas tomadas por Egipto reclamando su soberanía del paso de Rafah, los decires de la OMS sin defender a más de 100 trabajadores asesinados, la debilidad del mundo islámico, los escritos públicos incluso de Washington manifestando su deseo de paz a la vez que entregan armamento de destrucción masiva, etc.

Hasta este momento ninguna de estas acciones ha logrado suspender el genocidio. Lo único esperanzador es que se produzca una suma de hechos, incluso en el propio estado judío, que obliguen a la retirada del ejército sionista.

La visión macabra del exterminio de la nación palestina sigue siendo la del estado terrorista de Israel, la cual continúa impertérrita bajo los auspicios de gobiernos que dudan del genocidio como Alemania, Canadá, Reinu Unido y otros países occidentales. Cabe señalar que si Netanyahu finaliza la guerra, inicia su declive efectivo y posiblemente la condena jurídica por lo cual insistirá en mantener la masacre junto a una cúpula delirante ideológicamente y basada en el destino divino inexistente.

Hasta este momento lo que entiende el régimen sionista es la fuerza. Su propuesta de intercambiar rehenes y continuar luego la aniquilación no es viable. La opción digna, humana, inteligente, es liberar los más de 12.000 rehenes secuestrados que posee Israel en cárceles infrahumanas, retirarse de todas las zonas ocupadas al violar el Derecho Internacional y conformarse el Estado Palestino con su propio pueblo y libre de interferencias o presiones externas. No hay más camino.

Al respecto, se puede concluir que mientras la Resistencia continúe el proceso sigue vivo, por lo cual no puede suspenderse el apoyo a Palestina. Mantener en cadenas televisivas, redes, radio, prensa, el genocidio presente, especialmente pensando en miles de niños que podrían ser nuestros hijos siendo cobardemente mutilados, es fundamental. Ojalá los gobernantes occidentales sintieran alguna vez compasión por la niñez de otros lares y no estuvieran sometidos al prejuicio de ser un jardín frente a la selva llena de animales como lo ha sostenido Borrel.

El 7 de octubre los milicianos palestinos demostraron que el ejército israelí es débil y sólo actúa cuando no hay confrontación similar: la guerra con Hezbolá sería el inicio del fin de Netanyahu y sus promesas mesiánicas, enfermizas.

En esta dirección, confiar en que Europa actuará en favor de la paz es una ilusión, mientras se debate en una crisis interna producto de políticas agresivas contra el agro y la ciudadanía por su gobernanza culpando hipócritamente al cambio climático y Rusia. Lo delicado son las posiciones occidentales de doble faz por lo cual la desconfianza es decisiva. Por ejemplo, el canciller alemán, Olaf Scholz, abogó por la solución de dos Estados como la única posible para el conflicto entre Palestina y el régimen ocupante de Israel y, a la vez, se opuso a calificar de genocidio al estado de Israel, ni cuestionar el daño ambiental centenario en Gaza al inundar con agua de mar la red de túneles de HAMAS, planteando serias dudas sobre las intenciones del régimen de rescatar con vida a los cautivos israelíes.

El mensaje esencial es continuar por todos los medios posibles la denuncia de este asedio terrorífico e inmisericorde, utilizar todo el espectro posible para presionar el cese del fuego y, sobre todo, realizar acciones reales, concretas, profundas, que intimiden efectivamente al gobierno estadounidense a ordenar a Netanyahu detener la debacle humana causada y retirarse para que el pueblo regrese a su propio hogar conculcado. 

El destino de Palestina en las fronteras establecidas desde 1947 debe ser el presente y futuro del Estado, el cual inexorablemente se dará, aunque los tiempos puedan ser retorcidos por crímenes de lesa humanidad. ¡El estado de Palestina será!