Publicada: miércoles, 12 de febrero de 2025 5:58

En un enfrentamiento extraordinario el 26 de enero, una joven libanesa desarmada se mantuvo firme frente a las fuerzas militares israelíes, personificando la resistencia ante la ocupación sionista.

Por: Hiba Morad

Rodeada por casi 20 soldados de infantería israelíes fuertemente armados, un imponente tanque Merkava y varios vehículos militares, se mantuvo de pie, desafió a las fuerzas sionistas y se negó a retroceder.

El épico encuentro, que desde entonces ha capturado numerosos titulares, se convirtió en un testimonio de la fuerza inquebrantable y la resistencia del pueblo libanés, incluidas las mujeres, contra el enemigo sionista.

En una conversación exclusiva con el sitio web de Press TV, Zahraa Kobeissy afirmó que no tenía miedo.

“Era como si los israelíes tuvieran miedo de mí y de mis palabras, temerosos de mi confianza frente a su intimidación”, dijo la activista libanesa, recordando aquel incidente.

A pesar de haber sido herida por ocho fragmentos de metralla y estar sangrando, su determinación nunca vaciló.

Fue dada de alta de un hospital en Líbano a principios de esta semana después de someterse a múltiples procedimientos quirúrgicos para retirar los fragmentos de diversas partes de su cuerpo.

El 26 de enero, cuando venció el plazo de 60 días para la retirada de las fuerzas militares israelíes del sur del Líbano, miles de civiles libaneses regresaron a sus pueblos, desafiando las amenazas israelíes.

El pueblo del sur del Líbano decidió reclamar la tierra que legítimamente les pertenece.

Los videos capturaron la extraordinaria valentía de los civiles al enfrentarse cara a cara con el ejército de ocupación israelí, negándose a ceder, a pesar de que decenas de ellos fueron rociados con balas.

Un vídeo, en particular, se volvió viral, mostrando a Kobeissy mientras se mantenía firme frente a un tanque Merkava israelí en las partes ocupadas del sur del Líbano. Su postura era resuelta, su mirada inquebrantable.

La joven había tomado una decisión. No retrocedería. No se rendiría.

‘Esta es nuestra tierra’

En una conversación fluida con el sitio web de Press TV, Kobeissy recordó el incidente que cautivó la imaginación del mundo y mostró el verdadero rostro de la resistencia.

“Como miles de otros civiles, fui al sur del Líbano para reclamar nuestra tierra, que es nuestro derecho absoluto. No podía tolerar ver nuestra tierra en manos de los ocupantes”, dijo Kobeissy, con la voz firme de convicción.

“Es nuestro derecho estar en esta tierra, y no es en absoluto el derecho de los israelíes ocupar el Líbano, así como no tienen derecho a ocupar Gaza o Palestina. Al igual que otros civiles, entré en el pueblo fronterizo de Maroun al-Ras. Algunos fueron martirizados, y otros heridos cuando los soldados israelíes abrieron fuego contra nosotros”, añadió rápidamente.

Zahraa Kobeissy en su desafiante enfrentamiento con los soldados israelíes y el tanque Merkava el 26 de enero en Maroun al-Ras, al sur del Líbano.

 

Kobeissy recordó su marcha a pie aquel día, pasando frente al ejército de ocupación libanés allí apostado. Al principio, hubo silencio: no había soldados israelíes, ni tanques, solo la tierra que ella y muchos otros habían venido a reclamar. Pero luego, los ocupantes comenzaron a llegar.

“Cuando los sionistas me vieron, avanzaron y me ordenaron que me retirara en inglés. Les grité de vuelta, diciéndoles que esta es mi tierra, y que no me retiraría”, dijo, tras lo cual comenzaron a disparar.

Las balas de goma atravesaron el aire, y la metralla perforó su cuerpo, dejándole heridas. La sangre manchó su piel, pero ella se mantuvo firme e inquebrantable, negándose a retroceder de su propia tierra.

“Me dispararon, causándome lesiones, pero estaba decidida a mantenerme firme, ya fuera hasta que se fueran o hasta que fuera martirizada”, relató.

Para Kobeissy y para otras personas del sur del Líbano, rendirse no era y nunca será una opción.

Frente a un Merkava

Los soldados israelíes de ocupación, flanqueados por un tanque Merkava, se acercaron para intimidarla. Los videos que circulan en las redes sociales capturaron el tenso momento.

Sin embargo, Kobeissy se mantuvo firme mientras la torreta del tanque se movía de manera amenazante, los soldados se cerraban a su alrededor y los vehículos militares rodeaban en un intento intimidante de romper su determinación.

“Temían que otros civiles se unieran a mí, y dudaron en matarme, temiendo que eso incitara a otras personas a avanzar y resultara en enfrentamientos mayores. Pero seguí gritando, diciéndoles que regresaran de donde vinieron”, recordó la activista libanesa.

Un soldado israelí, visiblemente alterado y frustrado con su acto de desafío, intentó silenciarla.

“Uno de los soldados israelíes se irritó e intentó callarme, pero yo estaba decidida a hablar. Parecían frustrados y decidieron capturarme. Este soldado me dijo: ‘Me has dado dolor de cabeza, deja de gritar’, a lo que le respondí: ‘Nos has causado dolor de cabeza toda nuestra vida, también has causado dolor de cabeza a los palestinos, regresa de donde vienes’”.

Su respuesta fue espontánea y poderosa, lo que enfureció aún más a las fuerzas de ocupación.

En un giro extraño, uno de los soldados le ofreció una botella de agua con inscripciones en hebreo. Kobeissy la rechazó de inmediato.

“No finjas humanidad ahora. Eres un invasor, un usurpador. Sal de mi tierra”, replicó.

Zahraa se retira para evitar convertirse en una ficha de negociación del enemigo.

“Los israelíes tenían miedo de mí”

Kobeissy se mantuvo firme y siguió gritando a las fuerzas de ocupación. Se negó a moverse ni un centímetro.

“¡Vaya! Soldados de infantería fuertemente armados, un tanque Merkava, varios vehículos, y parecen tener miedo de mí, una mujer desarmada con una voz fuerte. No les tengo miedo. Esta es mi tierra, y no tengo miedo de morir en ella, pero nunca será su tierra”, les dijo.

El motor del tanque rugió y luego calló. Un soldado israelí descendió, moviéndose con deliberada cautela, como si preparara otro acto de intimidación contra la joven activista libanesa.

Otros civiles libaneses presentes le instaron a retirarse, percibiendo el creciente peligro. Finalmente, decidió dar marcha atrás, entendiendo que su captura la convertiría en una moneda de cambio en manos del enemigo.

Con el corazón encendido pero la mente clara, eligió retroceder y regresar a la posición del ejército libanés, donde su pueblo la esperaba con ojos llenos de admiración y preocupación.

Fue escoltada de inmediato a una ambulancia, con la frente aún sangrante.

“No seremos humillados. Esta es nuestra tierra y deben marcharse. Solo regresé porque no quiero ser usada como ficha de negociación; de lo contrario, nadie podría expulsarnos de nuestra tierra”, declaró en un vídeo obtenido por Press TV, su frente aún sangrante.

Fue trasladada de urgencia al Hospital Sheij Raqeb Harb, en el sur del Líbano, para recibir tratamiento. Al llegar, su padre la esperaba con flores en las manos y orgullo en la mirada.

El pueblo la abrazó como una heroína nacional. Sin embargo, Kobeissy se sintió incómoda con ese título. Para ella, aquello no era un acto de heroísmo, sino un deber, una responsabilidad que jamás había temido como libanesa orgullosa de su tierra.

Sigue bajo la supervisión de los médicos. El 8 de febrero fue sometida a otra cirugía, pero los doctores no lograron extraer dos de los ocho fragmentos de metralla incrustados en su cuerpo.

“Las heridas hablarán con fuerza y ayudarán a educar a las futuras generaciones sobre la verdadera naturaleza del régimen de apartheid israelí”, declaró a Press TV, con una voz tan firme como siempre.

Los verdaderos héroes

Kobeissy afirmó que los verdaderos héroes son los mártires y sus familias, quienes lo han dado todo por la resistencia.

“Ellos sacrificaron sus vidas para evitar que el Líbano se convierta en otra Palestina, para proteger nuestra tierra, nuestro patrimonio y nuestros olivos, y para permitirnos forjar un gran futuro”, señaló.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, había declarado que el ejército israelí no se retiraría del sur del Líbano en la fecha acordada, en una flagrante violación del acuerdo de alto el fuego.

Su decisión desató una ola de indignación en todo el Líbano, especialmente en el sur, donde las familias ya habían sido advertidas por el ejército israelí de no regresar a sus hogares.

Pero ni las advertencias ni las amenazas lograron quebrantar su espíritu mientras avanzaban decididos.

Zahraa levantando el signo de la victoria al subir a la ambulancia, con la frente sangrante, gritando: “No seremos humillados”.

 

A pesar de la continua agresión militar y el sabotaje israelí, el pueblo del sur del Líbano se ha negado a ceder su tierra a la ocupación. Algunos, desafiantes e inquebrantables, levantaron tiendas sobre las ruinas de sus hogares destruidos, convirtiendo su mera presencia en una declaración de resistencia.

El 26 de enero, miles de libaneses del sur —hombres, mujeres, ancianos y niños— marcharon desarmados y a pie, atravesando barreras para reclamar lo que legítimamente les pertenece.

Sus armas no eran fusiles ni tanques, sino cánticos revolucionarios, banderas libanesas, estandartes de los grupos de Resistencia y retratos del líder  mártir de Hezbolá, Seyed Hasan Nasralá, junto con otros grandes mártires que entregaron su vida en defensa del Líbano.

Ese día, las fuerzas de ocupación israelíes respondieron como siempre lo han hecho: con brutalidad. Movilizaron tropas y vehículos blindados, decididos a aplastar el levantamiento del pueblo.

Abrieron fuego contra los libaneses desarmados, convirtiendo su pacífica marcha en una masacre.

Al final de la jornada, 22 personas más fueron martirizadas, entre ellas soldados libaneses. Más de 100 resultaron heridas. Algunas fueron detenidas por un enemigo que temía su voluntad inquebrantable.

Sin embargo, a pesar del derramamiento de sangre y la barbarie, el pueblo se mantuvo firme. La rendición nunca fue una opción. Su tierra no era solo suelo: era historia, identidad y dignidad. Y jamás permitirían que les fuera arrebatada.


Texto recogido de un artículo publicado en Press TV.