Por Xavier Villar
La definición de “extrema derecha” no es unánime cuando se refiere a una serie de partidos o movimientos que comparten características políticas particulares. En este sentido, varios autores prefieren usar términos como “partidos populistas de derecha radical”, o incluso “extrema derecha 2.0”, “populismo nacional”, “neo-fascismo”... La cuestión de definir este nuevo fenómeno político no es trivial, sino esencial de alguna manera, ya que es necesario nombrar las cosas para analizarlas adecuadamente.
En términos generales, se puede afirmar que la nueva extrema derecha es un movimiento político distinto al fascismo histórico. El fascismo poseía una serie de características que no se encuentran en los nuevos partidos de extrema derecha, como el Chega portugués o Vox español. El fascismo buscaba instaurar, mediante la violencia, un régimen totalitario de partido único con el objetivo final de crear un nuevo orden social.
Que el fascismo y las nuevas extremas derechas no sean lo mismo no implica que no existan continuidades e influencias del primero en el segundo. De manera general, la nueva extrema derecha presenta una serie de características ideológicas que permiten identificarla a pesar de las diferentes formas que pueda adoptar. Entre las características más importantes se encuentran:
- El Nacionalismo: Construido sobre un esencialismo histórico que niega la participación de ciertos ciudadanos en la historia de la nación.
- Autoritarismo en todos los ámbitos de la vida, defendiendo relaciones desiguales de poder en todos los ámbitos.
- Racismo: Todos los partidos y movimientos dentro de la nueva extrema derecha mantienen un intento por construir la nación de manera homogénea. Es decir, existen ciertos grupos de población, que varían de país a país, que son considerados como “poblaciones sobrantes” en el sentido de que su presencia se percibe como obstáculo para el disfrute político de los nativos.
Este fenómeno fue analizado por el psicoanalista francés Jacques Lacan, quien explicó que muchos movimientos políticos racistas perciben la existencia de un Otro que no solo disfruta políticamente, sino que ha usurpado ese goce a sus verdaderos dueños, los “verdaderos ciudadanos”. Como se ha mencionado, la identidad del Otro varía de un país a otro. Por ejemplo, en Portugal, el partido Chega ha puesto a la población gitana en el centro de su discurso racista.
A pesar de las variaciones en la construcción del Otro, existe una visión central en el discurso de todos los partidos que integran la nueva extrema derecha europea: la islamofobia.
ISLAMOFOBIA Y NUEVA EXTREMA DERECHA
Este artículo sigue la definición proporcionada por el profesor de Historia contemporánea portuguesa, Abdolkarim Vakil, quien considera la islamofobia como una forma de racismo. Específicamente, Vakil señala que se trata de un tipo de racismo dirigido hacia expresiones políticas asociadas con la musulmanidad.
Aunque la islamofobia ha estado presente desde los inicios del pensamiento occidental, construyendo a los musulmanes como los “Otros” por excelencia de Occidente, su centralidad discursiva para la nueva extrema derecha es mucho más reciente: principios del siglo XXI, específicamente en los momentos posteriores al 11 de septiembre.
También es importante señalar que la noción de que la islamofobia es una forma de racismo no es universalmente aceptada. La principal crítica a esta definición es que los musulmanes no conforman una raza, y por lo tanto, carecería de sentido hablar de racismo en este contexto. Sin embargo, la respuesta a este tipo de críticas radica en entender que la noción de raza no debe ser vista únicamente desde una perspectiva biológica, sino más bien desde un punto de vista político. Es decir, la noción de raza implica la regulación y control de ciertas poblaciones.
La islamofobia se ha convertido en un discurso que, lejos de ser marginal, ha llegado al centro del escenario político. Esto, en sí mismo, representa una victoria para la estrategia de la nueva extrema derecha, que ha logrado, con la ayuda de los medios de comunicación y partidos considerados democráticos, hacer del Islam y de la supuesta “invasión musulmana” uno de los temas políticos centrales en Europa.
Dentro de la centralidad del Islam en la estrategia política de la nueva extrema derecha, se observa el uso de temas y símbolos cristianos. Estos sirven, por un lado, para señalar las supuestas raíces europeas y, por otro lado, para enfocar la atención en la amenaza que representaría la “invasión musulmana” para esas supuestas raíces.
Los casos de España y Portugal son paradigmáticos en este sentido. En ambos países, la historia de la presencia musulmana durante más de cinco siglos se menciona de pasada en los manuales escolares, los cuales prefieren centrarse en la llamada “Reconquista”. Esta narrativa sigue la idea de que los musulmanes invadieron la Península Ibérica y luego fueron expulsados.
En ambos países, las dictaduras de Franco (1939-1975) y el Estado Novo de Salazar y Marcelo Caetano (1933-1974) emplearon símbolos cristianos y se basaron en una tradición histórica que enfatizaba la expulsión de los musulmanes. Este enfoque es algo que los dos partidos de la nueva extrema derecha, el Chega y VOX, continúan promoviendo.
Por ejemplo, en el caso español, VOX ha convertido la “Reconquista” en uno de sus símbolos políticos. El partido llegó a presentar una moción para que el Día de Andalucía se conmemorase el día de la toma de Granada por los Reyes Católicos en 1492, lo que significó el fin del poder político musulmán en España.
Durante las recientes protestas contra la amnistía concedida por el gobierno del partido socialista a políticos independentistas catalanes, simpatizantes de VOX se concentraron frente a las sedes del partido socialista en diferentes ciudades y gritaron consignas como: “España cristiana y no musulmana”, mostrando cómo el discurso islamófobo es instrumentalizado por la nueva extrema derecha para obtener beneficios políticos.
La centralidad de la islamofobia en el discurso de la nueva extrema derecha se refleja también en el resto de países europeos. En todos estos países, existe un discurso que intenta retratar a los musulmanes como amenazas para la seguridad, especialmente para las mujeres.
ISLAMOFOBIA Y SIONISMO
También es importante señalar que la centralidad de la islamofobia para la nueva extrema derecha europea ha provocado un cambio político dentro de ella, promoviendo el acercamiento entre partidos de extrema derecha y el sionismo.
En los últimos años, varios líderes de la nueva extrema derecha europea, como Le Pen en Francia, Orbán en Hungría o Nigel Farage en el Reino Unido, se han mostrado abiertamente a favor de Israel, algo impensable hace 30 años.
En el caso de España y Portugal, tanto el Chega como VOX se han alineado claramente con Israel y su política colonial en Palestina. Santiago Abascal, líder de VOX, visitó Israel en diciembre y se reunió con Benjamín Netanyahu para “mostrarle su solidaridad”. En esa visita también estuvo presente el eurodiputado y vicepresidente del Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos, Hermann Tertsch.
En las mismas fechas, el presidente del Chega, André Ventura, anunció la presentación de una moción en el parlamento para mostrar “apoyo a la legítima defensa de Israel y condenar sin reservas el ataque del grupo terrorista HAMAS”.
Desde un punto de vista político, el acercamiento entre la nueva extrema derecha europea y el sionismo se debe a que para los primeros, el estado colonial sionista se ha convertido en un modelo al que aspirar.
La idea de un etnoestado, con una población hegemónica y altamente militarizado, donde aquellos que cuestionan las bases racistas de ese estado son expulsados o reprimidos, representa un sueño hecho realidad para los partidos de la nueva extrema derecha.
Este respaldo al sionismo se explica porque ambos comparten la fantasía, provocada por el supremacismo blanco, de que la existencia de Israel garantiza la defensa de los valores occidentales en medio de la supuesta “barbarie musulmana”. Es, por tanto, una asociación entre dos discursos racistas y supremacistas.
La centralidad de la islamofobia, como discurso racista contra la musulmanidad, explica en gran medida no solo las políticas racistas propuestas por los partidos de la nueva extrema derecha europea, sino también cómo estos ven en la articulación colonial sionista un modelo al que aspirar.
Xavier Villar es Ph.D. en Estudios Islámicos e investigador que reparte su tiempo entre España e Irán.