Este domingo, EE.UU. ha bombardeado varias posiciones de las Unidades de Movilización Popular de Irak (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe) —que forman parte de las Fuerzas Armadas Iraquíes— en el distrito occidental de Al-Qaim, en la provincia de Al-Anbar, dejando varios muertos.
El ministro de exteriores israelí, Yisrael Katz, ha alabado la medida estadounidense, considerándola como un “punto decisivo”. “Constituye un punto decisivo (...) el comunicado del Pentágono (Departamento de Defensa estadounidense) que señala que las fuerzas de EE.UU. atacaron cinco instalaciones de Hezbolá en Irak y Siria”, ha tuiteado.
Katz ha aprovechado ese nuevo acontecimiento para reiterar los infundios antiraníes de Israel. De hecho, ha advertido que la medida estadounidense constituye una advertencia para Irán.
Por su parte, Bagdad ya ha reiterado su apoyo a los milicianos populares de Irak, considerando el ataque como una agresión a su soberanía.
Asimismo desde Al-Hashad Al-Shabi, el subcomandante Abu Mahdi Al-Mohandes ha asegurado que la respuesta de las fuerzas populares iraquíes a las fuerzas estadounidenses en Irak sería “dura”.
Desde julio, varios ataques aéreos estadounidenses e israelíes han golpeado las posiciones de Al-Hashad Al-Shabi. Anteriormente, un funcionario iraquí dijo que los ataques de Israel en el territorio del país árabe suponen “una declaración de guerra” por parte de “un régimen que ni siquiera es reconocido a nivel internacional”.
Por su parte, el Movimiento de Resistencia Islámica de Irak, Hezbolá iraquí, ha denunciado que con estos ataques Washington y el régimen de Tel Aviv buscan debilitar las facciones de la Resistencia iraquí y reavivar al grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe) en el país árabe.
Israel junto a EE.UU, según sugieren varios analistas, han sido los responsables del caos provocado recientemente en Irak, mediante el cual, Washington y el régimen de Tel Aviv buscan “mantener el dominio económico y político de un Irak destrozado y hacerse con el control del petróleo”.
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