La disputa por la pesca volvió a tensar una vez más las relaciones entre Francia y el Reino Unido. Los líderes de los dos países se reunieron al margen de la cumbre del G20 en Roma. Londres negó cambiar su postura sobre entrega de licencias y París insistió en que ahora depende del Reino Unido resolver una tensión que podría llegar a dañar el comercio bilateral.
Las normalmente frías aguas atlánticas, desde hace semanas, están que hierven. Los pescadores franceses que antes del Brexit, pescaban en aguas británicas, ya denuncian que tras el divorcio de Londres encuentran restricciones para entrar en la zona marítima. Desde Francia acusan al Gobierno británico de no conceder licencias que prometió en el marco del acuerdo del Brexit. Los dirigentes de los dos países se reunieron este domingo, al margen de la cumbre del Grupo de los 20 (G20), pero el océano que todavía separa ambas visiones del problema sigue intacto.
El Ejecutivo de Macron ha avisado de que si no hay solución podría prohibir a los pesqueros británicos descargar sus capturas en puertos franceses a partir del próximo 2 de noviembre. París insiste, además, en que se trata de “un problema europeo” y reclama un frente común de la Unión Europea (UE) en esta cuestión.
Por su parte, Londres asegura que no piensa cambiar de postura y que si París desea rebajar la tensión, debe retirar sus amenazas.
Los pescadores franceses, que dependen de aguas británicas por la cuarta parte de sus capturas, temen que la creciente línea de pesca no termine bien, por lo que piden una solución antes de que se produzcan más hostilidades.
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