El Gobierno de Estados Unidos, presidido por Joe Biden, “aprobó el mes pasado una ayuda de 200 millones de dólares suplementarios para asistencia en seguridad y defensa de nuestros socios ucranianos”, dijo un funcionario norteamericano, citado el miércoles por la agencia británica Reuters.
La aludida fuente, que habló bajo condición de anonimato, indicó que Washington está comprometido con la defensa de la soberanía e integridad territorial de Ucrania, por lo que va a seguir otorgando a Kiev todo el apoyo que necesite. El funcionario no entregó detalles de las partidas que componen este paquete.
A finales del año pasado el Gobierno de Biden ya había entregado a Ucrania 450 millones de dólares en asistencia militar. La Casa Blanca aprueba estos fondos adicionales, utilizando un dispositivo presidencial para ayudar a países en peligro y, en el caso de Ucrania, por una imaginaria invasión de Rusia.
La semana pasada, medios de comunicación estadounidenses citaron ampliamente a cuatro funcionarios anónimos de la Administración Biden, los cuales afirmaban que Washington había aprobado deliberadamente la ayuda militar a Kiev a finales de diciembre, pero que no notificó al Congreso hasta más tarde, en enero.
¿De dónde viene la tensión?
Estos informes se publican antes de la llegada del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, a Kiev (capital ucraniana) y mientras Moscú insiste en que no entablará más conversaciones con Washington y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) liderada por Estados Unidos, sobre Ucrania a menos que Occidente responda adecuadamente a sus demandas de seguridad destinadas a lograr una distensión en la actual situación.
La tensión entre Rusia y Occidente se ha disparado bajo la hipótesis de que el despliegue masivo de fuerzas rusas en su territorio cercano a Ucrania forma parte de la preparación para una invasión militar al país europeo a principios de este 2022.
Sin embargo, Moscú argumenta que la acumulación de sus fuerzas en la zona en cuestión responde a la necesidad de defensa y disuasión ante la amenaza de un posible ataque por parte de la OTAN y Ucrania. Además, acusa al Occidente, encabezado por EE.UU., de incitar a Kiev a iniciar un nuevo enfrentamiento con los independentistas del este ucraniano, con el propósito de desestabilizar las fronteras rusas.
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