“No preveo una opción en este momento [...] que pondría a los investigadores en el terreno en Kabul para completar su evaluación”, dijo el lunes el portavoz del Departamento de Defensa de Estados Unidos (el Pentágono), John Kirby, a los periodistas.
Días atrás, el Ejército estadounidense admitió haber matado el 27 de agosto a tres presuntos miembros de la rama afgana del grupo terrorista Daesh en la provincia de Nangarhar y, el 29 del mismo mes, a un “facilitador” de dicha organización ultraviolenta en Kabul, la capital. Según el Pentágono, el primer ataque habría sido en respuesta a los atentados del pasado 26 de agosto cerca del aeropuerto de Kabul, cuya autoría se atribuyó Daesh, mientras que el segundo fue para evitar supuestamente un nuevo atentado con coche bomba.
Sin embargo, un estudio llevado a cabo por el periódico The New York Times y publicado el viernes, reveló que el ataque del día 29 mató por error a un trabajador humanitario afgano y a nueve miembros de su familia, siete de ellos niños, y no a un integrante de Deash.
El vocero del Pentágono reconoció que no podía confirmar la identidad de las personas muertas por los drones, ni tampoco explicar cómo el Ejército estadounidense pudo investigar el segundo incidente sin tener presencia alguna en la zona, después que sus tropas abandonaran el país.
Según estima el proyecto “Costos de Guerra” de la Universidad Brown, la invasión de Estados Unidos a Afganistán segó la vida de más de 241 000 personas, entre ellas al menos 72 000 civiles.
Además, la oenegé Save the Children informó el 31 de agosto que unos 33 000 menores han sido asesinados y mutilados en Afganistán durante la invasión de EE.UU. y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en el país centroasiático.
La retirada de EE.UU. y sus aliados de Afganistán a finales de agosto, ha dejado al país asiático a la merced de los talibanes, sus enemigos durante los últimos 20 años, y en medio de una incertidumbre total con una infraestructura en ruinas y una joven generación a la deriva por tener un futuro incierto por delante.
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