Los neonazis y nacionalistas blancos en EE.UU. iniciaron su marcha por la capital con la llegada del organizador de sus protestas: Jason Kessler. La misiva fue acompañada con la escolta policial para evitar enfrentamientos, y de esta forma hubo varias detenciones.
La marcha de los supremacistas fue celebrada en Washington, porque no le permitieron a Kessler planificar una manifestación similar a la del año pasado en Charlottesville.
Paralelamente hubo una marcha de los antirracistas y pro-derechos de los afroamericanos en Washington frente a la Casa Blanca.
Entre tanto, en Charlottesville, los familiares de las víctimas de concentraciones neonazis se manifestaron asegurando que no dejarán de luchar por sus derechos.
En 2017, el presidente Donald Trump no condenó la violencia neonazi de manera directa y dijo que además de la violencia de la ultraderecha se debía estar preocupado por la violencia de la ultraizquierda. Sin embargo este año, su hija y asesora, Ivanka Trump, envió un mensaje en Twitter diciendo que el racismo en cualquier forma está condenado.
Su mensaje, junto con la fuerte presencia policial y la prohibición de portar armas en lugares de las marchas, indica que la administración quiere evitar otra tragedia racista en momentos que está bajo presión por supuestas conexiones con Rusia y otras polémicas.
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