“Acabo de firmar una orden orientando al secretario (de Defensa, James) Mattis que reexamine nuestra política de detención militar y mantenga abierta las instalaciones de detención en Guantánamo”, dijo Trump ante el Congreso estadounidense.
La prisión, inaugurada bajo la gestión del expresidente George W. Bush (2001-2009) tras la invasión a Afganistán por tropas estadounidenses que siguió a los atentados del 11 de septiembre de 2001, ha albergado desde entonces a cientos de prisioneros acusados de pertenecer a grupos terroristas hostiles a EE.UU.
En sus comienzos, los internos, vestidos con uniformes naranjas, eran encerrados en celdas como jaulas rodeadas de alambradas, en condiciones denunciadas por organismos internacionales y de defensa de los derechos humanos, incluido alerta de posibles casos de torturas a los reos confinados en estas instalaciones.
Las autoridades militares de EE.UU. enviaron a unas 780 personas acusadas en su mayoría de mantener vínculos con Al-Qaeda o el grupo armado Talibán a recluirse en el centro penitenciario. Muchas de ellas fueron luego transferidas hacia sus países de origen o terceras naciones sin llegar a ser enjuiciadas.
Acabo de firmar una orden orientando al secretario (de Defensa, James) Mattis que reexamine nuestra política de detención militar y mantenga abierta las instalaciones de detención en Guantánamo”, dice el presidente de EE.UU., Donald Trump.
Esta circunstancia se debió a que los detenidos en la base extraterritorial, tratados como “enemigos beligerantes”, no gozan de los derechos otorgados a sus pares en territorio estadounidense por la justicia federal.
Actualmente, la cárcel militar alberga a unos 41 presos de las cuales unos 26 están atrapados en un limbo legal, ya que mientras no han sido acusados formalmente de delito alguno desde su detención, tampoco les dejan en libertad por considerarles como demasiado peligrosos para andar suelto en algún lugar del mundo.
La Administración de Obama (2009-2017) pretendía liberar a algunos de ellos, pero con la llegada de Trump a la Casa Blanca, se detuvo en seco ese proceso.
Debido a que desde 2008 el Departamento de Defensa (el Pentágono) ya no enviaba prisioneros a la base, Obama anunció en 2009, en los inicios de su gestión, el cierre de la cárcel en un plazo de año, una promesa que jamás se ha cumplido motivada en gran parte por la disputa política entre los republicanos y los demócratas en el Congreso.
Otro de los motivos de que se mantenga abierto este centro es la renuencia de los gobiernos aliados de Washington a recibir detenidos provenientes de esa cárcel, impidiendo así supuestamente que el mandatario demócrata cumpliera con lo prometido, aunque la población de la cárcel se fue reduciendo paulatinamente.
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