¡Las multinacionales podrán arrastrar nuestros Estados ante tribunales de arbitrajes privados para obligarlos a cambiar las leyes!.
“¡Las multinacionales podrán arrastrar nuestros Estados ante tribunales de arbitrajes privados para obligarlos a cambiar las leyes!”, advirtió la presidenta del citado partido, Marine Le Pen, a sus seguidores en las redes sociales.
La campaña durará un mes y busca estimular el debate en la opinión pública francesa, que ignora el gran alcance del acuerdo, preparado con gran secretismo por los responsables de los grandes partidos. Finalizará con la organización de un congreso sobre el asunto.
“Este tratado ha sido negociado de manera ilegítima por la Comisión Europea, con la complicidad de los sucesivos Gobiernos UMPS” (iniciales con que se alude coloquialmente en Francia a la entente entre la Unión por una Mayoría Popular, supuestamente conservadora, y el Partido Socialista, teóricamente de izquierdas).
Este tratado ha sido negociado de manera ilegítima por la Comisión Europea, con la complicidad de los sucesivos Gobiernos UMPS.
La dirigente nacionalista estimó que el acuerdo en ciernes pone en peligro cientos de miles de puestos de trabajo, y que causará “una nueva desindustrialización” y “un nuevo empobrecimiento” del país galo, causados por la aún mayor apertura de fronteras a las multinacionales.
Le Pen, consciente de la repulsa que inspira el FN entre otras fuerzas políticas también opuestas al tratado, hizo un llamamiento “a todas las formaciones con las que no estamos necesariamente de acuerdo sobre otros asuntos a movilizarse más aún contra este tratado”.
El acuerdo, conocido sobre todo por sus siglas inglesas, TTIP —correspondientes a Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones (ATCI)—, lo es más en Francia por otro acrónimo inglés, TAFTA: “Área Transatlántica de Libre Comercio”.
Llamo a todas las formaciones con las que no estamos necesariamente de acuerdo sobre otros asuntos a movilizarse más aún contra este tratado.
Planteado desde la década de 1990, con la caída de la Unión Soviética y el crecimiento de las ambiciones imperialistas estadounidenses, su preparación se aceleró en 2013, y a pesar del secretismo impuesto, incluso contra los europarlamentarios, ha suscitado un movimiento de viva oposición, sobre todo en Alemania.
El TTIP obligaría a los representantes de las naciones europeas a respetar los intereses de las grandes empresas transnacionales estadounidenses a la hora de legislar, lo que ha llevado a que distintos dirigentes estimen que “impedirá elegir una política de izquierdas” o que lo califiquen de “golpe de Estado encubierto de las multinacionales”.
Los lobbies sionistas estadounidenses buscan incluso imponer a los europeos leyes contra los boicots al régimen israelí aprobadas por los legisladores de Washington a través del TTIP.
La oposición al tratado usa en las redes sociales la etiqueta #NonAuTAFTA, en francés, y #NoAlTTIP, en español.
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