• Antorcha de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 (Brasil).
Publicada: jueves, 28 de abril de 2016 7:02

Cuando el 2 de octubre de 2009 Río de Janeiro fue elegida como ciudad olímpica en la ronda final al recibir 66 votos ante los 32 de Madrid, nadie se esperaba que 100 días antes de los Juegos el país se encontraría en un estado de naufragio.

Ni el entonces presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, que celebró efusivamente la victoria rodeado de auriverdes, se imaginaba que la economía del país pudiera dar un giro de literalmente 180 grados.

Y es que cuando viene viento en popa y el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) es de más del 5 % es fácil vivir en un clima optimista, mientras que cuando el viento te viene en contra es más fácil desestabilizar la embarcación. Y es precisamente lo que le ha pasado a la actual presidenta brasileña, Dilma Rousseff, que ha tenido que lidiar con la crisis económica que azota el país ─la peor recesión desde 1990─ y driblar el mayor caso de corrupción de la historia democrática de Brasil, que ha salpicado por completo al Partido de los Trabajadores.

A tres meses para que la llama olímpica llegue a Río de Janeiro (5 de agosto), el gigante sudamericano debe resolver algunas cuestiones si quiere una justa memorable, como lo fue Barcelona en 1992. Se trata del primer país en tres décadas que recibe unos olímpicos en una situación de recesión económica y el primer sudamericano en acoger unos juegos.

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff.

 

Presidente

A esas alturas todavía no sabemos quién estará al mando del país durante las competiciones olímpicas. Rousseff atraviesa su peor crisis política de los seis años de mandato. Hace pocos días la Cámara de Diputados aprobó iniciar el proceso de destitución contra la presidenta de la República con 367 votos a favor y 137 en contra.

Calidad y conclusión de las obras

Cien días antes de que empezara el Mundial de Brasil 2014 tan solo cinco de los doce estadios habían sido inaugurados. Una preocupación que parece repetirse dos años más tarde. Si bien el Parque Olímpico ─donde se celebrarán entre otras competiciones la de natación, gimnasia y saltos de trampolín─ se encuentra prácticamente acabado, las obras del Complejo de Deodoro ─donde tendrá lugar el ciclismo, hípica y baloncesto─ se han convertido en una de las pesadillas de algunos políticos.

Vista aérea del complejo olímpico de Deodoro.

 

Contaminación en la Bahía de Guanabara

Posiblemente se trate de la promesa olímpica más difícil de cumplir en los Juegos de Río 2016. La Bahía de Guanabara, la más importante del país, será sede olímpica de vela, aunque los atletas no muestren gran entusiasmo. Y están en su derecho, pues se ha convertido en el vertedero de más de 50 ríos completamente contaminados. En 2009, cuando la capital fluminense ganó el título de sede olímpica, el estado aseguró que trataría al menos el 80 % de las aguas de la bahía, pero hoy en día no llega ni al 50 %.

Colapso sanitario

Desde hace meses el sistema sanitario público atraviesa un momento de colapso en medio de una crisis política y económica. Los médicos no solo padecen las consecuencias de la asfixia económica, sino del incremento de los casos de dengue y zika, enfermedades víricas transmitidas por la picadura del mosquito Aedes.

El virus del Zika transmitido por la picadura de mosquitos Aedes aegypti.

 

¿Seguridad garantizada?

La seguridad siempre ha sido una preocupación en estas grandes citas deportivas y mucho más en un país donde los homicidios ocupan la quinta causa de muerte ─50.000 personas en 2015, según el Ministerio de Salud.

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