Desde simples bolsas, hasta botellas y otros envases de derivados plásticos. La Tierra y los océanos están a reventar de tanta polución y los datos son terroríficos. En los años 50 el mundo producía dos millones de toneladas de plástico al año. Ahora la cifra ya es de 330 millones de toneladas anuales, y se prevé que se triplique en 2050.
La industrialización y la diversificación del uso, combinado con la economía de consumismo, han tenido un efecto corrosivo que está degenerando nuestro planeta. De ahí, el imperativo de buscar soluciones.
Una solución ecológica y económica. Esta es una planta de reciclaje en las Costas de Armor, en Francia. Utilizan la última tecnología y una mano de obra especializada para clasificar meticulosamente hasta 70 000 toneladas de plástico al año. Y lo que no se puede reciclar, se convierte en Combustible Sólido Reciclado (CSR). Ningún desecho sale de aquí sin procesar.
Otra solución surge desde Reino Unido, donde los científicos han descubierto una enzima capaz de disolver los plásticos en poco tiempo. Esta sería una solución idónea para los desechos acumulados en el mar. Aún así, todos están de acuerdo en que la mejor solución es tomar acciones a nivel de Gobiernos en todo el mundo, para reducir, o mejor aún, prohibir, el uso del plástico.
No obstante, esta meta no parece muy alentadora, dado el impacto y la importancia macroeconómica del plástico. Según datos de National Geographic, cada minuto, se venden un millón de envases de plástico de bebidas en el mundo. Tanto que casi el 8 % de la producción diaria de petróleo en el mundo se usa para fabricar plástico.
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