El Senado de Estados Unidos aprobó el miércoles una legislación para prohibir la importación de productos de la región china de Xinjiang, lo que constituye la última de las medidas punitivas impuestas por Washington a Pekín, bajo el pretexto de una supuesta violación de los derechos humanos por parte del gigante asiático.
El proyecto de ley afirma que los bienes fabricados en Xinjiang se los hace mediante trabajo forzoso. De momento, le toca a la Cámara de Representantes aprobar la normativa y al presidente estadounidense, Joe Biden, promulgarla.
Gao Feng, portavoz del Ministerio de Comercio de China, ha rechazado las acusaciones, destacando que las retóricas de Washington “no se ajustan para nada a los hechos”.
“El enfoque de EE.UU. ha socavado seriamente la seguridad y la estabilidad de la cadena industrial global y la cadena de suministro”, ha advertido este jueves.
La nueva medida se produjo poco después de que Washington incluyera en su lista negra a varias empresas chinas alegando supuestos abusos contra la minoría musulmana uigur en Xinjiang.
Las autoridades chinas enfatizan que Pekín no tolerará ninguna injerencia extranjera en sus asuntos internos, especialmente de parte de EE.UU., país al que consideran como el “mayor destructor del orden internacional”.
Entre otras medidas, el Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional (CPCNP, por sus siglas en inglés) de China avaló el 10 de julio una legislación, considerada pionera en su tipo, pues intenta “salvaguardar la soberanía nacional, su dignidad y sus intereses fundamentales”, ante las sanciones impuestas en su contra, sobre todo por Estados Unidos y Europa.
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