La emblemática Plaza Italia en la capital chilena, Santiago, se llenó de manifestantes que cada viernes salen a las calles desde el pasado 18 de octubre, cuando iniciaron sus protestas antisistema para reclamar reformas sociales profundas y la aprobación de una nueva Constitución.
No obstante, la protesta fue dispersada por la policía antimotines y los carabineros con chorros de agua y gases lacrimógenos.
Pese a la epidemia del coronavirus y las advertencias del Gobierno, que prohibió los eventos públicos de más de 50 personas, los estudiantes de secundaria y universidad desafiaron al Gobierno de Sebastián Piñera, el más desacreditado a nivel popular en la historia democrática del país.
Los indignados denuncian que el Gobierno puede aprovecharse de la oportunidad que ha causado la epidemia para acallar su voz. Por esto, realizaron una llamada a “soltar la calle”, con el fin de cuidarse y continuar la lucha superada la pandemia.
Esta semana, el referéndum para la reforma constitucional fue aplazado al 25 de octubre.
El plebiscito para cambiar o no la Constitución de la dictadura de Augusto Pinochet estaba previsto celebrarse el 26 de abril. Es una de las principales exigencias de las manifestaciones que ha vivido Chile desde octubre pasado. Al menos treinta personas murieron y miles resultaron heridas durante la represión ejercida por los carabineros.
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