Agentes de la Policía de Bolivia, así como miembros de las fuerzas armadas, reprimieron con mano dura una gran marcha realizada en La Paz, la capital administrativa del país sudamericano.
Utilizaron gases lacrimógenos para dispersar a la multitud. Decenas de personas fueron detenidas.
Los indignados participaron en la marcha con los féretros de las víctimas de un reciente operativo militar en la ciudad de El Alto.
Los manifestantes exigieron justicia para los fallecidos, y condenaron el golpe de Estado y el Gobierno de facto dirigido por la senadora Jeanine Áñez.
A su vez, el presidente depuesto Evo Morales rechazó la campaña de manipulación y persecución judicial iniciada en su contra.
A través de su cuenta de Twitter, Morales aseguró que los golpistas en Bolivia buscan crear un montaje con el fin de enjuiciarlo y encarcelarlo.
Enfatizó que la autoproclamada presidenta interina Jeanine Áñez debe ser enjuiciada por la masacre contra el pueblo que repudia el golpe de Estado.
En la misma línea y durante una entrevista con el canal ruso RT, Morales denunció que la Organización de los Estados Americanos (OEA) violó el acuerdo preliminar, adelantando deliberadamente el anuncio de su informe sobre el resultado de las elecciones, y así facilitar el golpe de Estado.
Finalmente subrayó la importancia de crear una comisión de la verdad, que cuente con expertos regionales e internacionales, para demostrar la veracidad de lo ocurrido en Bolivia, antes y después de las elecciones presidenciales del 20 de octubre.
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