La semana pasada, los Emiratos Árabes Unidos (EAU), el principal cómplice del régimen saudí en la guerra contra Yemen, comenzó la retirada del grueso de sus fuerzas del territorio yemení tras un año de discusiones con Riad y el resto de países miembros de la coalición que ha estado bombardeando el país más pobre del mundo árabe desde marzo de 2015.
Abu Dabi ya redujo el mes pasado su despliegue en el estratégico puerto de Al-Hudayda, en el mar Rojo, en un 80 %, a menos de 150 militares. Además, retiró sus helicópteros de ataque y armas pesadas.
Según opinó el diario estadounidense The New York Times (NYT) en un informe publicado el jueves, el repliegue es un “reconocimiento tardío” de que la dura e impopular guerra de cuatro años que ha segado miles de vidas y provocado la mayor crisis humanitaria del planeta “ya no se puede ganar”.
Los Emiratos están motivados principalmente por su deseo de salir de una guerra (en Yemen), cuyo costo se ha vuelto demasiado alto, incluso si eso significa enojar a sus aliados saudíes”, indicó el diario The New York Times.
“Los Emiratos están motivados principalmente por su deseo de salir de una guerra, cuyo costo se ha vuelto demasiado alto, incluso si eso significa enojar a sus aliados saudíes”, indicó el mismo medio estadounidense.
NYT citó a Mike Hindmarsh, un importante general retirado australiano que manda a la guardia presidencial de los EAU y que sostiene que Yemen se ha convertido en un pantano donde el movimiento popular yemení Ansarolá es el “Vietcong yemení”.
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Michael Stephens, del Royal United Services Institute, un grupo de investigación radicado en Londres (capital británica), aseveró a NYT que la salida emiratí “va a exponer a los saudíes a la realidad de que esta guerra es un fiasco”.
De acuerdo con otros diplomáticos occidentales, citados anónimamente por el mismo medio neoyorquino, los saudíes se encuentran “profundamente decepcionados” por la decisión emiratí.
“Los altos funcionarios de la corte real saudí intervinieron personalmente ante los líderes emiratíes para tratar de disuadirlos de la reducción, pero no consiguieron nada”, afirmó un diplomático occidental familiarizado con el tema.
Las tensiones surgidas entre Riad y Abu Dabi, que aún no han sido expuestas en su totalidad, podrían conllevar importantes secuelas para la coalición liderada por los saudíes y responsable de la muerte de más de 91 000 personas, según calcula el Proyecto de Localización y Datos de Conflictos Armados (Acled, por sus siglas en inglés).
En la actualidad, se afirma que los oficiales saudíes se han encargado de las dos principales bases emiratíes en el mar Rojo, en las ciudades de Moja y Joja.
El régimen saudí tendrá que afrontar serios desafíos, puesto que sus oficiales tienen poca experiencia en mandar a grupos de combatientes indisciplinados que podrían chocar entre ellos. Existen, asimismo, mercenarios extranjeros que están desmotivados y con la moral baja para arriesgar sus vidas en la guerra.
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