Después de semanas de tensiones, Rusia lanzó el jueves una operación militar especial en Ucrania para defender a los ciudadanos de origen rusa de las autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk (en el este de Ucrania), cuyas autoridades habían solicitado a Moscú ayuda para repeler las agresiones del Gobierno ucraniano y evitar una catástrofe humanitaria.
Este conflicto se produce a raíz de un problema que tuvieron ambos países en el pasado desde 2014 después de un golpe de Estado respaldado por el Occidente contra el entonces gobierno democráticamente elegido con el objetivo de colocar a un Gobierno aliado de las potencias occidentales.
Esta crisis causó entonces una breve guerra entre Rusia y Ucrania. La isla de Crimea se reintegró a Rusia tras un referéndum y dos regiones disidentes en el este de Ucrania, Donetsk y Lugansk, también reclamaron su independencia.
Desde entonces con la llegada al poder de un Gobierno prooccidental, Ucrania ya se ha convertido en una amenaza para Rusia, pues, pese a que este Estado no es miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), es un “país socio” de esta Alianza.
Rusia está preocupada por la expansión de la OTAN hacia el este de Europa. Según Moscú, las potencias occidentales están utilizando la alianza para invadir Rusia, por eso dice que a Ucrania se le debe negar la membresía de la Alianza Atlántica.
Sin embargo, Occidente se ha negado a prestar atención a las demandas de Rusia y está utilizando las tensiones entre Kiev y Moscú para expandirse hacia las fronteras rusas.
Moscú señala que, teniendo en cuenta que EE.UU. y sus aliados occidentales han rechazado las propuestas rusas sobre cuestiones de seguridad global, y que Kiev se ha negado a implementar los acuerdos de Minsk para resolver el conflicto en el este de Ucrania durante ocho años, la desmilitarización de Ucrania es el único camino que queda para evitar una guerra en Europa.
tmv/tqi/hnb