De nuevo cientos de miles de franceses han salido a las calles de todas las ciudades del país para decir no a la reforma de las pensiones que presentará el miércoles el Gobierno de Macron. En París, la capital francesa, una marea humana, movida por un interés común, ha desafiado al gobierno.
Queriendo simplificar el sistema de pensiones francés, reduciendo a un solo régimen general, los 42 existentes, el gobierno ha soliviantado los ánimos de todo el país. Las previsiones indican que el nuevo sistema reducirá las pensiones de los futuros jubilados entre un 30 % y un 50 %, saldrán perjudicados las clases populares, aquellas que no han podido cotizar 42 años y los que menos han cobrado.
Desde la Confederación General del Trabajo (CGT), el principal sindicato opuesto a esta reforma, se afirma que el sistema de pensiones se puede mejorar y avanzan soluciones. Denuncian que el gobierno hace oídos sordos y que el proyecto se enmarca en uno más amplio que busca instalar una política liberal en la que deja el bienestar de los ciudadanos en manos de la economía de mercado.
Emmanuel Macron se enfrenta a un dilema, continuar con la reforma de las pensiones que cree necesaria o ceder a la presión de la calle que la rechaza. En cualquier caso, una cosa es segura, y es que el gobierno no saldrá indemne de este pulso.
Juan José Dorado, París.
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