Por: Xavier Villar
Para comprender esta “ansiedad del velo”, es necesario problematizar los conceptos de libertad, conocimiento y subjetividad tal y como son presentados por Occidente. Estos conceptos, lejos de ser universales, forman parte de lo que se conoce como “modernidad occidental”. Como apunta el historiador indio Dipesh Chakrabarty, esta modernidad es inconcebible sin la invocación de ciertas categorías y conceptos cuyas genealogías se remontan profundamente a las tradiciones intelectuales e incluso teológicas de Europa. Son estas genealogías las que explican, por ejemplo, la asociación en esta modernidad occidental entre la categoría de libertad y la necesidad de desvelar los cuerpos.
Nuestra capacidad para experimentar el cuerpo a través de nuestros sentidos ha permitido que se materialice y adquiera significado. El cuerpo es un lugar visible donde el deseo se atribuye, se manifiesta y se alinea con un supuesto conocimiento universal. La noción de este cuerpo material como un lugar que representa a la humanidad en su totalidad y que contiene sus verdades fundamentales (debido a que puede ser estudiado y conocido científicamente) se ha convertido en una norma en la modernidad occidental. Esto explica por qué en Occidente existe una insistencia en ver el rostro completo de las mujeres musulmanas, ya que el cuerpo tiene un poderoso dominio en la imaginación moderna, estableciendo una conexión entre la posibilidad de conocer, el reconocimiento, y la visibilidad de la carne.
El cuerpo velado, por su parte, no se ajusta a la noción normativa de lo que se espera de un cuerpo humano. Es precisamente esta normatividad la que impulsa el deseo de desvelar a la mujer musulmana, con la expectativa de acceder a la verdad oculta, a la verdadera mujer que se supone se encuentra detrás de la percepción de opresión asociada al velo.
El velo funciona como un marcador civilizacional que controla las fronteras ontológicas entre los seres humanos, estableciendo una distinción entre aquellos individuos considerados modernos, quienes perciben el velo como una forma de opresión, y aquellos otros que se mantienen en un estado de pre-modernidad sin ser incluidos en la comunidad humana.
A través de la construcción de esta representación femenina musulmana, se presenta a la mujer occidental-secular como un sujeto que ha sido destinatario de las promesas de democracia, igualdad, autonomía y modernidad. Estas libertades seculares requieren una vigilancia constante frente a posibles amenazas patriarcales que podrían convertirla en su “otro”, es decir, en una mujer musulmana oprimida por la misoginia. Según lo señalado por la profesora de estudios asiáticos, Sunera Thobani, la encarcelación, tortura y asesinato de hombres musulmanes ocurre con el propósito de que las mujeres occidentales puedan experimentar las “imaginaciones paranoicas” sobre sí mismas y su sociedad, supuestamente amenazadas por la violencia patológica perpetrada por estos hombres.
De acuerdo con el discurso occidental, se sostiene que la violencia patológica musulmana solo puede ser abordada mediante la práctica liberadora de lo secular. Esta práctica se entiende como una disciplina corporal surgida de la modernidad occidental. Talal Asad, antropólogo egipcio, emplea el término “cuerpo secular” para referirse a un cuerpo desprovisto de marcadores político-culturales específicos que se opongan a la supuesta universalización occidental. En resumen, según esta perspectiva, se espera que las mujeres musulmanas adopten los signos del feminismo occidental como requisito para alcanzar el pleno reconocimiento como sujetos.
El cuerpo velado de las mujeres musulmanas, como señala la experta en teoría política Wendy Brown, es interpretado como un cuerpo que experimenta sufrimiento. En la imaginación occidental, este cuerpo herido se convierte en una justificación para la intervención de los estados liberales en países de mayoría musulmana, bajo la pretensión de proteger a las mujeres musulmanas.
Como apuntó la autora Saba Mahmood en su importante obra “Politics of Piety”, la concepción de libertad y autonomía, dos valores fundamentales para la construcción del cuerpo secular, no debe ser considerada desde una perspectiva universal, sino que son deseos con un origen histórico específico. Mahmood cuestiona la idea occidental-secular de que la agencia, especialmente la agencia de las mujeres, solo es posible dentro de la gramática occidental-secular. Siguiendo esta línea de pensamiento, podemos afirmar que el deseo de las mujeres musulmanas de usar el velo es una manifestación de agencia. El problema radica en que esta manifestación escapa a las normas establecidas por occidente.
La presencia pública de Yamile Alamolhoda sirve como una oportunidad para cuestionar el discurso occidental que presenta el velo como un símbolo de falta de modernidad. Es importante recordar que en Irán, durante la dinastía Pahlavi, los cuerpos de las mujeres se convirtieron en elementos cruciales para el proyecto de modernización nacional. Los Pahlavi promovieron una narrativa de liberación de la mujer y de modernidad nacional, simbolizada en la abolición del velo.
Por lo tanto, la visibilidad de Alamolhoda en su entrevista a Telesur, puede interpretarse como una crítica política y visual a toda la narrativa occidental.
Xavier Villar es Ph.D. en Estudios Islámicos e investigador que reparte su tiempo entre España e Irán.