El conflicto forzó a Sama y a su familia a desplazarse tras un ataque aéreo israelí que alcanzó su campamento en Rafah.
En un informe de la cadena Al Jazeera, Sama recordó el momento del ataque: “Estábamos durmiendo cuando ocurrió el ataque. Dispararon armas y bombas y nos despertamos con el sonido de explosiones y tiroteos”.
Pocos días después, Sama comenzó a notar la caída de su cabello. Su madre explicó cómo el conflicto ha afectado a Sama: “Ella estaba aterrorizada por la visión de cuerpos muertos y escombros a su alrededor. El miedo constante y el caos fueron abrumadores. No había estabilidad, paz ni seguridad. Este temor continuo y los bombardeos aleatorios fueron las principales causas de su pérdida de cabello. Sama ha sido privada de su infancia”.
Sama también recordó con cariño cómo solía cuidar su cabello: “Mi cabello solía ser hermoso y largo. Me encantaba peinarlo todos los días, especialmente antes de ir a la escuela. Lo estilaba de muchas formas bonitas y era conocida como la mejor en mi clase”.
La niña expresó su deseo de recuperar su cabello: “Realmente espero que mi cabello vuelva a crecer. También espero que crezca antes de mi cumpleaños. Cada año en mi cumpleaños, estilaba mi cabello de formas bonitas y me encantaba sentirme hermosa”.
La situación en Gaza se ha agravado debido a la grave escasez de medicamentos, lo que ha impedido a los médicos proporcionar un tratamiento adecuado para la pérdida de cabello de Sama.
El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) ha advertido que los niños en Gaza enfrentan una crisis de salud mental debido a la continua violencia y la falta de recursos.
rba