De hecho, el apoyo a Israel y el compromiso con su seguridad son pilares de la política exterior de Estados Unidos en Asia Occidental, un respaldo que trasciende las divisiones partidarias. Durante las campañas electorales, tanto Kamala Harris como Donald Trump compitieron por mostrar quién era más favorable a Israel.
Harris, hasta el último momento, enfatizó su apoyo al régimen de Tel Aviv, defendiendo su “derecho a defenderse”, y al ser preguntada sobre qué cambiaría respecto a la política de Biden, su respuesta fue clara: “Nada”, es decir, seguir con el respaldo a la agresión israelí en Gaza, aunque con algunos matices sobre la situación de los civiles y la ayuda humanitaria.
En cuanto a Irán, Harris adoptó una postura más firme que Trump, quien había expresado su intención de negociar con Irán, aplicando sanciones temporalmente pero luego eliminándolas por sus efectos negativos en la economía de EE.UU. y la hegemonía del dólar.
En contraste, Harris, al ser cuestionada sobre el principal enemigo de Estados Unidos en el programa 60 Minutes, respondió sin dudar: “Creo que tengo un nombre claro en mente, y es Irán”. Además, destacó como prioridad evitar que Irán se convirtiera en una potencia nuclear, subrayando la necesidad de frenar sus ataques, como el lanzamiento de 200 misiles balísticos contra Israel.
Considerando el historial de Trump en Asia Occidental durante su primer mandato, muchos analistas prevén un impulso aún mayor hacia la expansión de los asentamientos ilegales israelíes en los territorios palestinos, siguiendo la línea de su plan anterior, el llamado “Acuerdo del Siglo”. Durante su campaña electoral, Trump llegó a describir a Israel como un “punto pequeño” en el mapa, cuestionando si había “maneras de conseguir más” durante un encuentro en Nueva Jersey.
A pesar de los elogios de Netanyahu por el regreso de Trump a la Casa Blanca y su rápida felicitación, las declaraciones y actitudes de Trump hacia el primer ministro sionista sugieren una falta de plena confianza, lo que indica que su relación no será igual a la que tuvieron en su primer mandato, aunque en términos generales fue positiva.
Tras su derrota en las elecciones presidenciales de 2020, el portal Axios informó que Trump estaba profundamente molesto con Netanyahu, a quien acusó de deslealtad. Trump se dio cuenta de que Netanyahu fue el primer líder en felicitar a Joe Biden, y lo hizo a través de un video grabado, no solo con una llamada telefónica. “El hombre al que más ayudé, más que a cualquiera, pudo haberse quedado en silencio. Cometió un error fatal”, declaró Trump.
En declaraciones posteriores a los eventos del 7 de octubre de 2023, Trump responsabilizó a Joe Biden y a su administración por lo ocurrido. Trump recordó lo que calificó como una “deslealtad de Netanyahu”.
A medida que la campaña electoral de 2024 avanzaba, Trump dejó de referirse a Netanyahu en términos personales y comenzó a enfocarse en la necesidad de que Israel ganara la guerra. El ex presidente culpó a la administración Biden por prolongar el conflicto y criticó el llamado a un alto el fuego antes de que Israel pudiera alcanzar la victoria. En una entrevista con el diario israelí Yedioth Ahronoth, Trump instó a Israel a “terminar con esta guerra... hay que acabarla. Necesitamos llegar a la paz”.
Trump también advirtió sobre las repercusiones internacionales de las imágenes que se difunden globalmente, instando a Israel a tener cuidado, ya que, según él, “está perdiendo el apoyo de muchas partes del mundo”. Además, comentó que le molestaba que ya no se hablara del 7 de octubre, sino de la agresividad de Israel.
A pesar de las preocupaciones en torno a la relación entre Trump y Netanyahu, especialmente en lo que respecta a la causa palestina y el futuro del conflicto, así como los intereses de la derecha israelí que podría intentar aprovechar el regreso de Trump para obtener luz verde para la anexión de la ocupada Cisjordania y la expansión de los asentamientos ilegales en Gaza, lo que realmente predomina en esta relación es la incapacidad de Netanyahu para imponerle a Trump algo que este no desee. En cambio, con Biden, la dinámica fue distinta: la relación se caracterizó por un liderazgo en el que Netanyahu se situó como seguidor, mientras que la administración estadounidense asumió el papel de guía.
mkh