Beirut y el régimen de Tel Aviv acordaron a principios de este mes tratar de resolver sus reclamos superpuestos en el Mediterráneo oriental luego de casi tres años de mediación estadounidense. Las negociaciones tuvieron lugar en la ciudad libanesa de Naqoura.
Dichas negociaciones fueron facilitadas por el subsecretario de Estado de Estados Unidos para Asuntos de Asia Occidental, David Schenker, y el embajador de Estados Unidos en Argelia, John Desrocher. La reunión duró solo una hora, pero ambas partes acordaron reunirse nuevamente el 28 de octubre.
Las negociaciones se producen menos de un mes después de que los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Baréin acordaran normalizar lazos con Israel después de los acuerdos negociados por Estados Unidos, hecho que ha convertido la reunión de los libaneses con los israelíes en un tema cálido para los medios.
Conflicto marítimo entre Israel y El Líbano
El Líbano e Israel han permanecido en un estado formal de guerra desde la ocupación palestina por Israel en 1948. Si bien no existe una frontera terrestre acordada entre ellos, están comprometidos con un alto el fuego a lo largo de la llamada Línea Azul.
La frontera fue delimitada por la ONU después de que el Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá) expulsara a las fuerzas israelíes del sur del país en 2000, poniendo fin a 22 años de ocupación.
Es una de las fronteras más tensas de la región, donde los cascos azules de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en El Líbano (FPNUL) intentan que reine la calma.
La última gran confrontación entre la Resistencia libanesa (Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano, Hezbolá) e Israel se remonta a 2006. Una guerra devastadora que causó más de 1200 muertos en el lado libanés, sobre todo civiles, y 160 en el israelí, en su mayoría militares.
La disputa fronteriza cobra especial importancia debido a la posible presencia de hidrocarburos en el este del Mediterráneo. En febrero de 2018, El Líbano firmó su primer contrato de perforación en alta mar en dos bloques en el Mediterráneo, para petróleo y gas, con un consorcio conformado por los gigantes energéticos Total, ENI y Novatek.
El pasado abril, Beirut anunció que la perforación inicial en el Bloque 4 había dado signos de albergar gas, pero la reserva no es comercialmente viable.
La exploración del Bloque 9, que abarca una superficie de 330 millas cuadradas, no ha comenzado y es mucho más controvertida, ya que Israel también reclama la propiedad de una parte del mismo.
Lo que está en juego en el desacuerdo ha aumentado a medida que Israel y Chipre han comenzado a explotar el gas en alta mar, en el Mediterráneo oriental, dejando a los libaneses en busca de un impulso similar y vital para recuperar su economía.
Por todo lo indicado, las negociaciones entre los libaneses y los israelíes cobran importancia, ya que la delimitación de las fronteras marítimas entre las dos partes, como otros temas, se ha convertido en un asunto para la implementación de planes específicos, ideas y teorías impracticables para beneficiar al régimen de Tel Aviv.
La negociación indirecta entre El Líbano e Israel es puramente técnica y se ocupa exclusivamente de la demarcación de la frontera marítima y la perforación de gas en las aguas libanesas.
Es muy importante enfatizar en la realidad de dichas negociaciones porque algunos grupos libaneses están tratando de aprovechar estas conversaciones indirectas para atacar a la Resistencia libanesa y acusarla de aceptar la normalización de relaciones con el régimen sionista.
De ninguna manera se puede considerar estas negociaciones como diálogos para normalizar lazos de El Líbano con Israel, ya que dichas negociaciones son técnicas para deslindar las fronteras marítimas, y no niega el principio de enemistad con el régimen sionista.
El mejor ejemplo de dichos argumentos es las confesiones de los israelíes que han reconocido que a los líderes sionistas ni siquiera se les ocurren llegar a un acuerdo de paz con El Líbano. Es imposible normalizar las relaciones bajo la presión de las amenazas y los sobornos estadounidenses a los libaneses.
Por supuesto, el régimen israelí trata de fingir que ha sido reconocido por El Líbano, aunque es muy consciente de que nadie va a creer esta versión alucinante. En consecuencia, este régimen pretendería inducir que dichas negociaciones son políticas, no técnicas.
Es cierto que Estados Unidos está presionando a El Líbano, y Beirut necesita comenzar a perforar gas del Mediterráneo como un acto legal antes de cualquier sanción, presión u obstrucción, pero eso no significa que El Líbano esté de acuerdo en normalizar los nexos con Israel. El Líbano quiere alcanzar su derecho legal a acceder al mar sin caer en la trampa de normalizar las relaciones con el régimen ocupante.
Es obvio que el régimen israelí justificará la postura de algunos de sus aliados libaneses; y veremos que algunos dirán que la Resistencia está tratando de aprovechar esta oportunidad para fingir ante los libaneses que ha abandonado su política. Esta afirmación no es cierta en absoluto; la Resistencia libanesa ha soportado las condiciones más difíciles en los últimos años, pero no ha renunciado a sus ideales, y ahora no renunciará a sus posiciones y enfoques a cambio de delimitación de las fronteras o cualquier otra cosa.
Hay que admitir que para Israel la normalización de las relaciones con El Líbano y la Resistencia es mucho más importante que hacer la paz con todos los países árabes. Por eso, este régimen sabe que esta ilusión nunca se hará realidad. Anteriormente, Estados Unidos había ofrecido a la Resistencia dejar de luchar contra Israel a cambio de una presencia ilimitada en el Gobierno libanés. Si no hubieran conocido el valor y la importancia de la Resistencia, EE.UU. nunca habrían recurrido a las amenazas y la persuasión para sacarla del campo.
Tener un acceso al mar es un derecho inalienable de El Líbano. Beirut debe estar alerta en la negociación con el régimen ocupante; no debería darle oportunidad para que Israel aproveche de estas negociaciones y difunda noticias falsas sobre la Resistencia.
Hoy en día, mientras El Líbano se encuentra en una situación desesperada, su economía se ha visto dañada y su puerto más grande ha sufrido graves daños, y los EE.UU. insisten en que este país otorga concesiones terrestres y marítimas, en el este del Mediterráneo, en pro de Israel.
Afortunadamente, junto a la vigilancia del pueblo, el caso fronterizo está en manos del presidente del Parlamento libanés, Nabieh Berri, quien dijo que “no habrá retroceso alguno respecto a la demarcación de las fronteras de El Líbano con Israel”.
Por Mohsen Khalif Zade