El modelo es hoy muy conocido, promover dictaduras, luego sanciones, desestabilizar un país e intentar justificar intervenciones militares que impongan la democracia con el sello estadounidense y hace 35 años Panamá fue víctima de él.
Desde entonces las marchas populares, como cada 20 de diciembre, se han convertido en una herramienta fundamental para salvaguardar la memoria del pueblo, ante el evidente descuido y distanciamiento de cada gobierno.
La herida de la invasión de Estados Unidos a Panamá en 1989 ha dejado marcas difíciles de sanar: además de desapariciones y muertes de las que aún se intentan obtener cifras, también la profundización de las políticas neoliberales que tanto han incidido en la desigualdad social de la que el país es ejemplo.
A pesar de todo el tiempo transcurrido, las preguntas y los reclamos de justicia se mantienen intactos en muchos panameños, al igual que las repercusiones de la invasión.
John Alonso, Ciudad de Panamá
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