“Tras esta marcha histórica, más aún, ¡legendaria! Instante mágico igual al Big Bang que creó el Universo… O, en menor medida (más local), comparable a la coronación de Vercingetorix, vuelvo finalmente a casa. Sabed que esta noche, en lo que me concierne, me siento Charlie Coulibaly”, es el escrito íntegro por el que ha sido condenado Dieudonné.
“Tras esta marcha histórica, más aún, ¡legendaria! Instante mágico igual al Big Bang que creó el Universo… O, en menor medida (más local), comparable a la coronación de Vercingetorix, vuelvo finalmente a casa. Sabed que esta noche, en lo que me concierne, me siento Charlie Coulibaly”, es el escrito íntegro por el que ha sido condenado Dieudonné.
El cómico ha sido considerado culpable de “apología del terrorismo” por dar un giro al eslogan “yo soy Charlie” añadiendo una mención a Amedy Coulibaly, presunto asesino de una agente de policía al sur de la capital francesa (París) que murió por disparos de la Policía francesa el 9 de enero, cometiendo una cruenta toma de rehenes en defensa de los presuntos autores del atentado contra el semanario Charlie Hebdo.
Los hechos se remontan a la manifestación posterior a este último atentado, organizada el 11 de enero por las autoridades francesas como muestra de solidaridad a las víctimas, contra el terrorismo y a favor de la libertad de expresión.
Dieudonné y sus abogados han manifestado en diversas ocasiones que, con las declaraciones ahora sancionadas, el humorista se refería a la manera en que la clase dirigente francesa lo trata como si fuera un terrorista, a pesar de su trabajo en pro del buen humor —como los asesinados de Charlie Hebdo— y a su oposición a la violencia.
La gran popularidad de Dieudonné en Francia, aun siendo tratado como un ‘apestado’ por la clase política y los medios de comunicación, y su denuncia del inmenso poder de los grupos de presión sionistas sobre la política gala han llevado a las autoridades francesas a multiplicar los expedientes judiciales abiertos en su contra en los últimos años.
El 3 de marzo se prohibió la venta de la grabación en DVD de uno de sus últimos espectáculos, Le Mur (“el muro”), por incluir contenidos considerados “antisemitas” por el lobby sionista Liga Internacional Contra el Racismo y el Antisemitismo (LICRA).
Las proclamas oficiales a favor de la libertad de expresión —cuando se trata de atacar el Islam y hacer burla de la religiosidad— contrastan con la rígida censura imperante en Francia y en el Occidente sobre cuestiones como el Holocausto o el poder de los lobbies sionistas, y con la persecución a que son sometidos quienes critican estas presiones.
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