La campaña de acusaciones entre los tres principales candidatos a la presidencia de México, que protagonizó y trascendió el último debate electoral, evidencia las denuncias de corrupción sistémica que ya se han hecho desde la sociedad de cara a las elecciones del 1 de julio.
Mientras el presidente de la Mesa Directiva del Senado, Ernesto Cordero, denunció al candidato de la coalición México al Frente, Ricardo Anaya, por lavado de dinero y tráfico de influencias, el Partido Acción Nacional (PAN) respondió con dos denuncias de hechos ante la Procuraduría General de la República (PGR) contra los candidatos presidenciales del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador, por presunto financiamiento ilícito; y del Partido Revolucionario Institucional (PRI), José Antonio Meade, por supuesto encubrimiento en los casos Odebrecht y lavado de dinero.
Los mexicanos exigen de los candidatos respuestas y propuestas con soluciones específicas que nunca han llegado durante la campaña que comenzó en septiembre del 2017.
Quedan muchas dudas sobre cómo se solucionarán los problemas que persisten entre la sociedad mexicana. Y mientras las acusaciones entre candidatos presidenciales se suceden, la violencia política ya suma 114 muertes, según registra la consultora privada Etellek, una cifra sin precedentes en procesos electorales.
Sara Morales Gallego, Ciudad de México.
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