“Sobre la reacción de los extranjeros a la situación actual de Irak, el Gobierno llama a todos a acatar el principio de respeto a la soberanía del país y a no inmiscuirse en sus asuntos internos”, ha señalado la Cancillería iraquí en un comunicado publicado hoy sábado.
La nota insiste en la necesidad de respetar la voluntad de los iraquíes, que demandan sus derechos, elegir un gobierno entre ellos, y la libertad de expresarse sin alterar el orden público.
El Ministerio de Exteriores del país árabe, asimismo, ha expresado su respaldo al comunicado del viernes del máximo clérigo chií de Irak, el ayatolá Seyed Ali Sistani, que urgió al fin del derramamiento de sangre en el país.
Sobre la reacción de los extranjeros a la situación actual de Irak, el Gobierno llama a todos a acatar el principio de respeto a la soberanía del país y a no inmiscuirse en sus asuntos internos”, señala la Cancillería iraquí.
Las protestas en Irak comenzaron el 1 de octubre en reacción a la corrupción, el paro y la carestía de los productos básicos. Se trataba de un movimiento pacífico que, sin embargo, se tornó violento cuando ciertos individuos, haciéndose pasar por manifestantes, se infiltraron en las movilizaciones para provocar disturbios y actos violentos.
El presidente de Irak, Barham Saleh, decidido a responder a las demandas de los manifestantes, ha informado de un acuerdo político para celebrar comicios anticipados y ha anunciado que el primer ministro, Adel Abdul-Mahdi, está dispuesto a dimitir si los bloques en el Parlamento se ponen de acuerdo sobre un sustituto. Además, el Parlamento iraquí ha aprobado una serie de reformas.
Distintos movimientos y partidos políticos iraquíes acusan a EE.UU. y su aliado Israel de estar aprovechándose de las protestas para provocar el “caos” en el país árabe.
Entre tanto, las autoridades iraquíes denuncian la falsa cobertura mediática de ciertos medios sobre los últimos sucesos del país, en concreto sobre la cifra de víctimas en las protestas.
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