En la acción participaron, según la agencia francesa de noticias AFP, 15 personas que lanzaron pintura roja y negra al edificio del consulado, adyacente a la embajada —ambos situados en el centro de Atenas—. Uno de los participantes habría sido detenido.
El grupo, que a diferencia de otras organizaciones de orientación similar tiene por costumbre reivindicar públicamente sus acciones, calculadas para limitar la posibilidad de persecución legal, lo ha hecho también en esta ocasión.
En el comunicado emitido para ello, Rouvikonas critica además del mencionado bombardeo, realizado por Francia junto a Estados Unidos y el Reino Unido, la intromisión de París en las relaciones entre Grecia y Turquía, apoyando a la primera y vendiéndole barcos de guerra. El viernes, el Ministerio griego de Defensa había anunciado la adquisición por cinco años de dos fragatas francesas.
Los lazos entre Atenas y Ankara se han tensado en los últimos meses, hasta el punto de pronosticar el miércoles pasado la influyente revista estadounidense Foreign Policy una “guerra inevitable” entre ambos países. Un día antes, cazas turcos habían acosado a un helicóptero que sobrevolaba el mar Egeo con el primer ministro griego, Alexis Tsipras, a bordo.
Además del ataque a Siria y las injerencias belicistas en las relaciones greco-turcas, Ruvikonas carga en su nota contra la impopular reforma laboral del presidente francés, Emmanuel Macron, y se solidariza con el movimiento autónomo francés okupa de las “zonas para defender” (ZAD, por su acrónimo en francés).
El lanzamiento de pintura contra las sedes diplomáticas francesas ha sido condenado por el Ministerio griego de Asuntos Exteriores como “inaceptable” a través de un comunicado en el que se indica que las autoridades están buscando a sus responsables.
Ruvikonas (por el nombre en griego del río italiano Rubicón), nacido en 2013 en plena crisis económica, cuenta con varias decenas de miembros y se ha venido caracterizando por organizar lanzamientos de pintura, ocupaciones relámpago de espacios públicos y acciones en grandes compañías, bancos y embajadas extranjeras —incluidas hasta ahora la israelí, la turca y la española—.
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