Se trata de la primera movilización de 2019 contra el Gobierno francés y el presidente Emmanuel Macron, que denuncia un intento de “insurrección” y reclama la vuelta al orden y a la vez se prepara para debatir las reivindicaciones del movimiento a mediados de enero.
En París, la capital de Francia, se ha declarado dos acciones principales: una marcha y una concentración en los Campos Elíseos, punto fuerte de las movilizaciones de los anteriores fines de semana y también escenario de enfrentamientos entre Policía y manifestantes.
El llamamiento de las protestas de hoy sábado viene unos días después de que las fuerzas de seguridad de Francia detuvieron a Eric Drouet, portavoz y uno de los líderes de los “chalecos amarillos”, acusándole de organizar una protesta no declarada.
La detención de Drouet, aunque solo por varias horas, provocó la indignación de los “chalecos amarillos” y también de la oposición francesa. Ellos consideran el arresto de esta figura del movimiento de carácter “político” y prometieron “no rendirse” ante las autoridades galas.
El movimiento de protesta lleva mes y medio desafiando al Ejecutivo presidido por Macron, incluso algunos ‘chalecos amarillos’ protestaron en la Nochevieja. En la última manifestación, el 29 de diciembre, se registraron 12 000 manifestantes en todo el país, según el Ministerio de Interior.
El jueves por la noche, el colectivo de los ‘chalecos amarillos’ llamado ‘Francia en cólera’ divulgó una carta abierta al presidente: “la ira se transformará en odio si usted continúa en su pedestal, usted y los que son como usted, considerando al pueblo como mendigos, desdentados, gente que no es nada”.
En reacción, el Gobierno endureció el tono y dijo que estas movilizaciones ya se han convertido en un “acto de agitadores” y acusó a los manifestantes de querer “la insurrección y, en el fondo, derrocar al gobierno”, tal como precisó el viernes Benjamin Griveaux, portavoz del Gobierno.
El movimiento de ‘chalecos amarillos’, que comenzó en noviembre, se convocó inicialmente en respuesta al aumento del impuesto al combustible del Gobierno francés, pero las protestas se convirtieron rápidamente en una expresión general de ira con el statu quo de la sociedad gala.
Desde el inicio del movimiento, más de 1500 personas resultaron heridas, 53 de ellas, de gravedad entre los manifestantes, y casi 1100 entre las fuerzas de seguridad. Además, diez personas han muerto, principalmente en accidentes al margen del bloqueo de carreteras.
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