Desde que el republicano Donald Trump asumiera la Presidencia de Estados Unidos, allá en enero de 2017, las relaciones transatlánticas entre las partes estadounidenses y europeas se han ido deteriorándose a toda marcha desarrollándose bajo el amparo de la política de “Estados Unidos Primero” (America First) del inquilino de la Casa Blanca.
Esta visión de anteponer los intereses nacionales de EE.UU. al compadrazgo que venía ejerciendo Washington en relación a sus aliados históricos desde 1945, con la finalización de la Segunda Guerra Mundial en 1945, ha sido uno de los tantos pilares sobre los que Trump sustentó su campaña electoral para alzarse con la vitoria en las pasadas elecciones de 2016.
En relación a este asunto, que ha generado alguna que otra controversia de gran repercusión política y mediática entre ambas partes, el diario francés Le Monde lo aborda en una de sus columnas de opinión, escribiendo que bajo el mandato de Trump, las relaciones entre los dos lados del océano Atlántico se encuentran en sus horas más bajas, siendo una coyuntura de la que ahora los europeos son bien conscientes de que la única forma de evitarlo es tomar medidas concretas al respecto.
El artículo que lleva por título ‘Frío extremo entre Estados Unidos y Europa’, inicia diciendo que, por una vez, los responsables encargados de la política exterior europea no pueden echar la culpa a la crisis pandémica del coronavirus, causante de la COVID-19, para ocultar lo que es a toda vista la existencia de una crisis profunda del deterioro de las relaciones históricas entre Washington y Bruselas.
“Las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE) van de mal en peor, y un hombre, esencialmente, es responsable de este deterioro constante: Donald Trump, el presidente de Estados Unidos”, señala el texto para luego citar algunos ejemplos de la escalada de la frágil coyuntura descrita que se han dado en los últimos con algunos temas controvertidos.
El escrito aludiendo a una videoconferencia realizada el pasado 15 de junio entre los ministros de Asuntos Exteriores de los Veintisiete con el jefe de la Diplomacia estadounidense, Mike Pompeo, resalta que a la conversación telemática se le ha llamado oficialmente un “intercambio de opiniones”, pero que en realidad se ha limitado a una serie de monólogos, que en el lenguaje cotidiano se le llama diálogo de sordos, cuya falta de resultados pasó desapercibida ya que, de antemano, no se esperaba que se diera un desenlace significativo de la reunión.
A este diálogo de besugos, precisa, le siguió la reafirmación de la determinación de Trump de limitar el contingente estadounidense desplegado en Alemania, de unas 35 400 tropas a 25 000 soldados, lo que implica la retirada de 9500 efectivos.
La presencia militar estadounidense en Alemania no está destinada exclusivamente a la protección de este país europeo, conforme los principios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), sino que también sirve como plataforma para las fuerzas norteamericanas desplegadas en otras regiones, aclara Le Monde.
Desde su llegada a la Casa Blanca, Trump no ha perdido la oportunidad, allá donde ha podido, para tachar de “obsoleta” y criticar a sus socios europeos en la Alianza Atlántica por no aportar los fondos necesarios que hacen falta para el buen funcionamiento de este ente militar no sin antes amenazar con reducir el apoyo estadounidense al bloque transatlántico.
Washington ha pedido regularmente a Berlín que aumente su gasto de defensa, ya que, en los últimos cuatro años, según los datos, Alemania ha destinado una cifra muy inferior al 2 % de su Producto Interior Bruto (PIB) fijado por la OTAN para los Estados miembros. De hecho, los alemanes han desembolsado un 1,2 % de su PIB en 2016, seguido de un 1,24 % en 2017 y 2018 y un 1,38 % en 2019.
En su análisis, subraya que, con estos datos en su poder, Trump, sin embargo, esperó para airear sus desavenencias con la canciller alemana, Ángela Merkel, al anunciar la retirada parcial de sus tropas justo después de que ella se negara a viajar para asistir a una cumbre de los líderes del Grupo de los Siete (G7) en Washington a fines de junio, que se canceló por el desplante de la germana.
La retirada de las fuerzas estadounidenses en Alemania le vino como agua de mayo para los intereses de Polonia, cuyos sucesivos gobiernos han mostrado desde hace mucho tiempo su interés de albergar una base militar norteamericana de peso en la parte oriental de la Unión Europea, apunta el artículo precisando que Trump, satisfecho con la controversia que podría generar este tema en Europa, recogió el guante invitando a su homólogo polaco, Andrzej Sebastian Duda, a que viajara a EE.UU. para visitarle en la Casa Blanca este miércoles con el objetivo de discutir los pormenores de este entendimiento militar entre Washington y Varsovia.
La columna periodística detalla que otro ejemplo significativo de los vínculos casi rotos entre ambas partes se puede hallar en la misiva escrita y dirigida por el secretario del Tesoro de EE.UU., Steven Mnuchin, a varios de sus colegas europeos, incluidos los franceses, para instarles a que se abstuvieran de seguir adelante con su planteamiento de aprobar la ley conocida como tasa GAFA (acrónimo de Google, Apple, Facebook y Amazon), que fija una imposición del 3 % sobre la facturación del negocio digital de esas empresas para obligarles a pagar impuestos en el territorio del bloque comunitario por los beneficios que obtienen, gracias a los internautas europeos.
Este gravamen tributario afectaría a las compañías cuyos ingresos anuales superan los 750 millones de euros a nivel mundial (unos 845 millones de dólares), de forma que unas 30 empresas podrían verse gravadas, la mayoría estadounidenses, aunque en la lista también figuran firmas chinas.
En otras palabras, Mnuchin les advirtió dejándoles claro a aquellos países europeos que decidan aplicar la tasa GAFA a las compañías tecnológicas estadounidenses serían objeto de una serie de medidas punitivas por parte de Washington, recoge Le Monde para luego concretar que el ministro francés de Economía, Bruno Le Maire, manifestó su pesar expresando que los comentarios conminatorios de Washington son una burda provocación que ponen en serio peligro las relaciones trasatlánticas.
El análisis de opinión recoge que es difícil contradecir al jefe de la Diplomacia europea, el español, Josep Borrell, cuando explica al rotativo estadounidense The Wall Street Journal que las implacables embestidas de Trump contra el bloque europeo, que, según él, se trata de una política organizada de colapsar y dañar al propio Estados Unidos, han resultado ser esenciales a la hora de contribuir en el deterioro de las relaciones transatlánticas.
Al término de su reflexión, Le Monde recalca que los europeos deben aprender a día de hoy de las consecuencias de este deterioro y, sin esperar a que se produzca un relevo en la Casa Blanca con la posible victoria del candidato demócrata, Joe Biden, el próximo 3 de noviembre, que en cualquier caso no volverá al status quo que coexistía antes de la llegada de Trump al poder, pues es de suma importancia que los miembros de más peso político de los Veintisiete; es decir Francia y Alemania defiendan los intereses comunes de los demás ante los constantes desafíos lanzados desde la Casa Blanca. Como un ejemplo claro, el rotativo menciona el nuevo episodio de desentendimiento producido el pasado viernes entre Berlín y París en contra de Washington sobre el tema de la reimposición de sanciones contra Irán, ya que el interés europeo en este punto es “preservar” el acuerdo nuclear firmado en 2015 por Teherán y el Grupo 5+1 (entonces formado por EE.UU., el Reino Unido, Francia, Rusia y China, más Alemania), del que se salió de forma unilateral Estados Unidos en mayo de 2018.
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