Según informó el miércoles la Oficina británica Nacional de Estadísticas (ONS, por sus siglas en inglés), el índice de precios al consumo (IPC) en el Reino Unido se situó en julio en el 10,1 %, frente al 9,4 % del mes anterior, el nivel más alto desde febrero de 1982, cuando llegó al 10,4 %.
La cifra superó las estimaciones de los analistas en cuatro décimas porcentuales, tras haber anunciado un alza de hasta 9,8 % de inflación en el período junio-julio del año en curso.
Los informes indican que el incremento respondió principalmente al alza de la electricidad y el gas, así como el transporte, los precios de los alimentos y las bebidas no alcohólicas. En concreto, se registró un incremento de 2,3 % entre junio y julio en precios de alimentos, siendo el aumento más alto a nivel mensual en los últimos 21 años.
El panorama ha llevado a las autoridades del Banco de Inglaterra a elevar en medio punto base la tasa de interés hasta alcanzar 1,75 % a principios de julio, la tasa más alta desde la crisis financiera mundial de 2008, a fin de controlar la inflación.
Entretanto, varios expertos advierten que lo peor está por venir, ya que el Banco de Inglaterra ha indicado que es posible un incremento en el precio del gas para el mes de octubre, que sumado a la presente crisis podría empujar al Reino Unido a una recesión prolongada.
El Banco de Inglaterra advierte de que la subida del IPC puede superar el 13 % en el cuarto trimestre de 2022 y mantenerse en niveles muy elevados durante gran parte de 2023, antes de caer al objetivo del 2 % dentro de dos años. Es más, la entidad prevé que la segunda economía europea entrará en recesión a partir del cuarto trimestre de este año.
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