Medios panameños citados este lunes por la agencia de noticias cubana Prensa Latina interpretan la apertura de una termoeléctrica movida por GNL en la ciudad costera panameña de Colón (norte), junto al desarrollo de una terminal marítima para distribuir gas a otros países, como un intento por mantener la dependencia iberoamericana del vecino del norte.
Ambos proyectos están a cargo de la empresa AES Corporation, con sede en Arlington (Virginia, en el extremo este de Estados Unidos), y se suman a un tráfico creciente de tanqueros por el canal de Panamá, país que a juicio de un articulista del diario local La Estrella podría “jugar un rol determinante para la distribución del hidrocarburo”.
El presidente ejecutivo de AES, Andrés Gluski, declaró hace pocos días que su compañía comenzará a comercializar el GNL en septiembre de 2019, y que tiene previsto convertir Panamá “en un hub (centro de conexión) de energía eléctrica y también de exportación de gas natural licuado”.
A la inauguración de la planta asistió el vicesecretario de Energía estadounidense, Steven Weiberg, quien cifró en 368 120 millones de metros cúbicos la cantidad de GNL exportada por su país a 30 países de los cinco continentes desde febrero de 2016.
Por su parte, el subsecretario del Tesoro estadounidense, David Malpass, ha explicado sobre los planes de Washington que tiene previsto apoyarse de manera fundamental en la inversión privada.
Estados Unidos busca con estos proyectos, según los analistas citados por la agencia de noticias cubana, explotar la ventaja que le da en la competencia con China —que ha hecho numerosas inversiones en los sectores eléctricos hispanoamericanos en los últimos años— su dominio en el sector del gas de esquisto (también conocido como gas de lutita o pizarra) extraído por fracturación hidráulica o fracking.
Introduciendo este producto, del que la Agencia Internacional de Energía (AIE) prevé que Estados Unidos se convierta en su principal exportador a partir de 2023, Washington pretendería hacer que la generación de electricidad pase a depender en Centroamérica —y posteriormente en Sudamérica— del GNL, además de desarrollar un mercado que sustituya al chino, en la guerra comercial desatada por el actual presidente estadounidense, Donald Trump.
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