La crisis política en Corea del Sur cada vez más profunda. En Seúl, la capital, cientos de personas abrigadas para enfrentar las temperaturas bajo cero, protestaron durante la noche hasta la madrugada del domingo cerca de la residencia del suspendido presidente Yoon Suk Yeol. Los indignados siguen pidiendo su destitución y su arresto.
Las manifestaciones comenzaron el sábado, un día después de un infructuoso intento de detener al expresidente, donde decenas de investigadores de la agencia anticorrupción y policías intentaron ejecutar la orden de detención contra Yoon, pero no lo lograron tras un tenso enfrentamiento con el servicio de seguridad presidencial. En medio de la crisis, el jefe del servicio de seguridad presidencial, reaccionó a las críticas de que su organización se ha convertido en el ejército privado de Yoon.
Si bien la ley de seguridad presidencial establece la protección para Yoon, no autoriza al servicio de seguridad presidencial a bloquear detenciones ordenadas por el tribunal. Así que Park y el número dos del servicio de seguridad presidencial desafían las órdenes de comparecencia de la policía, que planeaba interrogarlos sobre la presunta obstrucción del deber oficial después de los eventos del viernes.
En medio de la negativa del equipo de seguridad de Yoon a cooperar, la Justicia de Corea del Sur desestimó este domingo anular la orden de arresto contra el mandatario que caduca el lunes. Yoon hundió al este país aliado clave de Estados Unidos en el caos político con su malograda promulgación de una ley marcial. Fue destituido por el Parlamento y enfrenta cargos criminales por insurrección, uno de los pocos delitos que no están protegidos por la inmunidad presidencial, con lo cual podría ser sentenciado a prisión o incluso a la pena de muerte.
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