Según un artículo publicado en la revista Modern Defense Technology, citado el miércoles por el diario local South China Morning Post (SCMP), el Ejército Popular de Liberación de China (EPL) podría desactivar o destruir los satélites Starlink de la compañía estadounidense SpaceX si estos aparatos amenazan su seguridad nacional.
De hecho, los científicos mencionaron que el gigante asiático necesita desarrollar sus capacidades antisatélite, incluido un sistema de vigilancia con una escala y sensibilidad sin precedentes a fin de rastrear y monitorear cada Starlink.
Es más, Pekín necesita actualizar sus sistemas de vigilancia espacial para obtener imágenes súper nítidas con la finalidad de poder identificar “características inusuales” o “cualquier amenaza potencial”.
Asimismo, el texto puso de relieve la necesidad de adoptar una combinación de métodos de eliminación suave y dura con el objetivo de hacer que algunos Starlink pierdan sus funciones y destruyan el sistema operativo de la constelación.
Esto se debe a la posibilidad de que los drones militares y los aviones de combate furtivos de EE.UU. aumenten su velocidad de transmisión de datos en más de cien veces con una conexión a tales satélites, indicó el estudio, agregando que los Starlink están equipados con propulsores de iones que les permiten cambiar de órbita rápidamente para realizar un movimiento ofensivo contra objetivos de alto valor en el espacio.
Con todo, destacó que China ha demostrado su capacidad para destruir satélites con un misil, pero advirtió que este método podría producir una gran cantidad de desechos espaciales y el costo sería demasiado alto en comparación con un sistema que conste de muchos satélites pequeños y de costo relativamente bajo.
Ante tal situación, el informe hizo hincapié que la constelación Starlink constituye un sistema descentralizado, por lo que la confrontación no se trata de satélites individuales, sino de todo el sistema. “Esto requiere algunas medidas de bajo costo y alta eficiencia”, se lee en el artículo.
El informe sale a la luz, en momentos en que Pekín y Washington se enfrentan en una guerra fría tecnológica y EE.UU. se muestra ya muy preocupado por avances tecnológicos del gigante asiático.
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