Vestidos de negro y en estricto silencio, miles de manifestantes recorrieron varias calles de la capital Santiago hasta concentrarse cerca del Palacio de la Moneda para denunciar la represión y la violencia de la policía que han dejado al menos 27 muertos y 3650 heridos durante las protestas desde que comenzó el estallido social el 18 de octubre.
“Estamos aquí de negro porque hay un dolor que recorre Chile (…)”, declaró a la agencia estadounidense The Associated Press la presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, Lorena Pizarro.
Los asistentes también levantaron el puño izquierdo mientras se tapaban un ojo con la otra mano, en homenaje a los más de 400 heridos oculares por disparos de agentes y otras personas torturadas, violadas o abusadas en comisarías, según cifras del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH).
Asimismo, la vocera de la organización Víctimas de Trauma Ocular, Marta Valdés, reveló que en lo que va de este 2020 ya hay siete personas con traumas oculares. “La represión sigue siendo la misma del principio (…)”, alertó.
El estallido, que comenzó por el aumento del metro y se convirtió luego en un clamor contra la desigualdad y el gobierno, ha dejado además episodios de violencia extrema (barricadas, incendios y saqueos) y graves señalamientos contra los agentes por violaciones a los derechos humanos por parte de organismos internacionales como las Naciones Unidas o Amnistía Internacional (AI).
Las recientes y masivas manifestaciones en Chile son sólo la punta del iceberg de la furia del pueblo hacia el sistema político económico neoliberal heredado desde la era del exdictador Augusto Pinochet.
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