En el mayor productor y exportador de carne del mundo, la gente no puede comer este producto. Los precios están por las nubes y la precariedad económica ha obligado a muchos brasileños a esperar a la puerta de carnicerías para conseguir huesos con restos de la carne vendida. Esto es lo que denunciaba la manifestación de este sábado en Sao Paulo.
La mayor económica de Latinoamérica ha acumulado una inflación de 10,6 % en doce meses. Y las personas de menores ingresos lo han sentido peor. Según las estadísticas, unos 117 millones de brasileños padecen algún grado de inseguridad alimentaria y 19 millones padecen hambre, de una población total de 213 millones.
Según la fundación Getulio Vargas, unos 28 millones de personas en Brasil, el 13 por ciento de la población, viven por debajo del umbral de pobreza.
La oposición culpa de la alta tasa de inflación al presidente Jair Bolsonaro, y ha ideado un juego de palabras con su nombre para expresar su argumento de que la vida bajo su mando es cara.
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