“Un aviso a los demócratas de Brasil: los golpistas ya han colocado un pie en nuestro balcón; si no hay reacción, derribarán nuestra puerta”, escribió el jueves el exmandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010).
La preocupación de Lula da Silva tiene lugar un día después de que surgieran polémicas declaraciones desde el entorno del mandatario ultraderechista. El miércoles, uno de los hijos del presidente, el diputado Eduardo Bolsonaro, dijo en una entrevista que ya no era cuestión de debatir si ocurrirá un “momento de ruptura”, si no “cuándo” se producirá.
El martes, también habló del golpe militar de 1964 (que inauguró la dictadura en Brasil) como una respuesta de los militares al “clamor popular”, y subrayó que ahora las Fuerzas Armadas podrían poner un “paño caliente” para destensar la situación y restablecer después el juego democrático.
En realidad, Eduardo Bolsonaro ya había hecho este tipo de declaraciones antes. A principios de noviembre del 2019, se mostró a favor de restaurar la dictadura militar ante una eventual radicalización de la izquierda en Brasil.
Los rumores de que los militares podrían instalarse de nuevo en Palacio de Planalto no son de ahora, han ido creciendo en medio de las críticas y acusaciones contra el excapitán Bolsonaro, en particular, por su gestión de la pandemia del nuevo coronavirus, que ha provocado un resquebrajamiento institucional entre el Ejecutivo y otras instituciones en Brasil.
En esta coyuntura, el excapitan del Ejército ha abogado por la actuación de los militares para que hagan cumplir la Constitución.
Entre tanto, la popularidad de Bolsonaro va en picada y las voces a favor de un juicio político (impeachment) en su contra se multiplican.
ncl/lvs/mjs